La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crónicas galantes

Llegan los robotaxis

Tras poner sobre ruedas el coche sin conductor, los gerifaltes de Google parecen estar planeando un servicio de taxis sin taxista, o robotaxi, para el que ya habrían registrado la patente. El futuro se acerca a tal velocidad que incluso las empresas más rompedoras -como Uber, por ejemplo- corren peligro de que su fórmula de negocio envejezca aun antes de darles tiempo a implantarla.

El taxi con el asiento del chófer vacío es toda una metáfora de lo que quizá esté por venir. En el principio fue la globalización, que abarató el coste de los productos mediante el uso de mano de obra low cost a cambio de ir dejando sin curro a los obreros de los países desarrollados. Pero ahora se ha dado un paso más.

La revolución tecnológica permite que también esos trabajadores baratos dejen su sitio en la cadena de producción a los robots. Probablemente no esté muy lejos un nuevo mundo en el que los trabajos de menor cualificación pasen a ser ejecutados por máquinas. La única pega es que son los que ocupan a la mayoría de la fuerza laboral de cualquier país, ya sea aquí o en Pekín.

La última idea de los cerebros de Google va precisamente en esa dirección, aunque pueda plantear algunos problemas. Se ignora, por ejemplo, cómo actuaría el ordenador al mando del taxi sin taxista si, por un azar bastante habitual, el coche sufriera un pinchazo. O si el cliente cambiara de opinión y decidiese ir a otro sitio distinto del que en principio solicitó al autómata. Por no hablar ya de los que hacen eso tan peliculero de ordenarle al taxista que siga a otro coche.

Al ordenador podrían cruzársele los cables o -si no los tuviera- calentársele los chips con esas improvisaciones propias de la condición humana; pero ningún obstáculo hay que no pueda resolver la magia de los programadores.

La ventaja de los coches sin conductor, como el ideado por Google, es que no discuten con la otra parte en caso de choque. Y algo de jurisprudencia se habrá creado ya en California después de que dos de los vehículos autónomos de esta empresa se vieran envueltos en accidentes de tráfico. A diferencia de lo que ocurre en Europa, los americanos están bastante rodados en estas cuestiones.

Del taxi no tripulado al camión sin conductor hay apenas un breve paso que seguramente se dará más pronto que tarde, con los efectos que son de imaginar sobre el empleo en el ramo del transporte. Nada nuevo, en realidad.

La tecnología y su enjambre de bits ya habían puesto patas arriba otros negocios tradicionales. Primero cayeron las enciclopedias, lógicamente jubiladas por el sabelotodo Google. Luego le tocó el turno a las agencias de viajes, a la industria discográfica, al cine, a las editoriales de libros y periódicos y -en general- a todo producto que basara su negocio en la venta de copias digitalizables.

Al igual que sucedió con la globalización, la revolución tecnológica ha socializado el consumo como nunca en la Historia, aunque tal prodigio traiga como consecuencia la pérdida masiva de empleos. Consuela saber que también la revolución industrial dejó en principio sin trabajo a millones de personas: y a pesar de ello son precisamente los países industrializados aquellos que ofrecen más y mejor ocupación.

El caso es que empezamos por inventar el café sin cafeína y ahora ya vamos por el taxi sin taxista y el trabajador sin trabajo. Un par de inventos más y esto es la ruina.

Compartir el artículo

stats