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Reflexión

El Museo Canario, un sendero por Gran Canaria

Siempre me he preguntado, desde aquellas inolvidables tardes de juventud sentado durante muchas horas en el sugestivo, acogedor e íntimo ambiente de la antigua biblioteca, entre vetustas ediciones de lomos brillantes en muy diversos tamaños, ante amplias mesas de madera que compartíamos varias personas, cuál era el objeto, la función y el servicio que El Museo Canario prestaba y el que podría ofrecer a la sociedad grancanaria y a sus numerosísimos visitantes. Pero, sin necesidad de hurgar mucho, pronto quedaban a la vista las múltiples y efectivas posibilidades que El Museo brindaba no sólo a especialistas de muy diversos campos, desde la arqueología y la antropología a la medicina y las ciencias sociales, sino a ese público en general que en su íntimo fuero lo que pretendía, básicamente, era conocer un poco más y mejor a Gran Canaria.

Ahora, cuando esta entidad afronta el atractivo y necesario, pero también difícil y complicado, reto no sólo de renovar y ampliar sus instalaciones y su misma propuesta museística, sino de hacer llegar un mensaje adecuado a las funciones que debe y puede tener en el tiempo nuevo que se nos abre al comenzar este siglo XXI tan cambiante a cada instante, de nuevo me vuelven a rondar aquellos pensamientos de hace tantos años cuando el que iniciaba un camino era yo y quería ver el mundo con ojos transformadores. Y no seré quien deba dar la solución definitiva a ello, bueno estaría, pero sí que me ronda alguna idea que bien puede sumarse a un debate que debe ser de la sociedad grancanaria, pues es a ella y a los intereses de la Isla en particular, como de Canarias en general, a lo que se debe desde su fundación en 1879 El Museo Canario, que, como ya se ha señalado, fue concebido ante todo como una sociedad de promoción de las ciencias, las letras y las artes en general, otorgando un especial protagonismo a lo relacionado con este archipiélago. No era ombliguismo, era conocer el entorno cercano y la identidad propia para poder comprender mejor el mundo y la cultura universal en todas sus dimensiones.

Por ello hoy, cuando El Museo Canario afronta con no pocas dificultades su adaptación a las nuevas corrientes científicas, a las actuales exigencias culturales, a los nuevos hábitos y costumbres de una sociedad más cosmopolita que localista a todas luces, al ímpetu de las grandes redes y medios de comunicación que nos hacen hablar de una "sociedad del conocimiento", encuentro una oportunidad bebiendo en las mismas fuentes que sus promotores, las del agua cristalina del progreso, del mundo cambiante, del futuro que llega imparable y ante lo que debemos estar abocados permanentemente a un mejor conocimiento de nosotros mismos, de nuestro pasado, de nuestro entorno, de nuestro ser y sentir, algo que puede extraerse de los propios fines que establecen sus Estatutos, que señalan a esta benemérita sociedad científica la necesidad de "?despertar el interés de la ciudadanía por el patrimonio arqueológico, natural y documental, como vehículos para explorar e interpretar el pasado y el presente?".

Entiendo que hoy la sociedad grancanaria, como sus miles de visitantes anuales, puede y debe tener a El Museo Canario como una utilísima herramienta y un orbe adecuado para conocer e interpretar mejor la esencia de esta isla, su alma y su geografía, su pasado y su presente, su devenir en el tiempo y su mirada al futuro. En estos días, a propósito del enorme desarrollo que aquí ha tenido la práctica del senderismo y de las importantes posibilidades de futuro que conlleva, destacaba cómo "?a esta pasión deportiva en plena naturaleza el senderismo añade una poliédrica oferta cultural, científica, etnográfica y social, pues a través de muy diversas propuestas de rutas el senderista puede encontrar y aprovechar todo un orbe de culturas del pasado y del presente, a través de museos de sitio y de casas-museos de singular atractivo, de usos, costumbres y tradiciones que conforman el alma y ser isleño, de ámbitos naturales que ponen en su propia mano especímenes botánicos de enorme interés para la ciencia, de una historia que supura por los muros de antiguas edificaciones rurales, por monumentos y construcciones hasta ahora olvidados o por el trazado de antiguos y bellos caminos reales. Toda una enciclopedia de Gran Canaria en la misma piel de la Isla?", pero el punto de partida y de regreso de todas esas rutas siempre deberá estar en El Museo Canario, pues es en este ámbito donde podemos preparar perfectamente ese acercamiento a los diferentes rincones y lugares donde la Gran Canaria surge en todo su esplendor; donde incluso podemos hacer un recorrido minucioso de la Isla aun sin salir de sus salas, que pueden ser la ruta previa a cualquier otra por la geografía insular.

"Pasear para conocer, conocer para pasear", bien puede ser el lema que nos impulse a tener siempre muy a mano una entidad y una oferta única e ineludible, como también pudo ser el lema de los propios fundadores de la misma en torno al Dr. Chil y Naranjo, que recorrieron minuciosamente la Isla disfrutando de sus senderos, recuperando la memoria del pasado prehistórico, recabando los usos y costumbres tradicionales, estudiando y mejorando la cartografía existente de la Isla, haciendo de ella un espacio más accesible física e intelectualmente, al tiempo que lo ponían a disposición tanto de los grancanarios como del primer turismo que llegaba a la Isla en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, algo que puede ofrecer y que sigue ofreciendo de forma efectiva en la actualidad, aunque deben ser los ciudadanos, naturales y foráneos, los que decidan, de una vez por todas, utilizar, beneficiarse y disfrutar de estas grandes posibilidades que tienen aquí, al tiempo que hagan de El Museo Canario, como proponen también sus Estatutos, "?un lugar de encuentro para la cultura y la sociedad canaria?".

(*) Cronista Oficial de Gran Canaria

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