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Con otra cara

¿Sigue siendo redonda?

Esto es un sinvivir. Años y años estudiando para que ahora se cuestione todo lo que hemos aprendido. Tengo la impresión de que esto empezó cuando algún lumbreras decidió que Plutón no era un planeta alterando por completo un listado que, como todo lo aprendido en la niñez, yo consideraba inamovible. Luego, los cambios de países y capitales tras el fin de la Unión Soviética y la guerra de los Balcanes, por no hablar de las modificaciones en África, han convertido en papel mojado el maremágnum de datos geopolíticos que logré atesorar en la memoria a base de rellenar mapas en blanco y que ahora me provoca llantina en cuanto alguien me nombra lugares imprecisos como Kirguistán. Más caprichosos y perturbadores aún son los cambios en la ortografía española hasta el punto de que me entra tembleque si no acentúo "solo" cuando es adverbio, por mucho que lo diga la RAE, ni siquiera cuando no se puede confundir con el adjetivo, lo que en mis tiempos mozos me hubiera costado no solo un suspenso, sino una colleja de don José, que en esto de los acentos era inflexible.

Pero de todos estos caprichosos cambios en las áreas de conocimiento, los que más estupefacción me han provocado son los que se han conocido en los últimos días. Uno de ellos, que me ha dejado ojiplática, hace referencia a la mezquita de Córdoba. Poniéndola toda la vida como ejemplo de la más depurada arquitectura religiosa islámica y resulta ahora que ni es una mezquita ni la levantaron los musulmanes. Eso dice al menos el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, quien asegura que el edificio es arte cristiano bizantino y que "los moros", como él llama a los musulmanes que vivieron por estas tierras casi ocho siglos, solo pusieron el dinero, lo que, de ser cierto, echa por tierra todo lo que sabía hasta ahora de arte musulmán, con lo que sufrí para aprobar Historia del Arte.

El segundo monumento sobre cuya historia, según lo que se ha descubierto esta semana, estaba yo de lo más equivocada es el Valle de los Caídos, que, según ha asegurado el Gobierno a preguntas de Compromís, "no tiene ningún significado franquista", sino que su objetivo es "honrar y rehabilitar la memoria de todas las personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil". Y eso que las tumbas de Franco y de José Antonio Primo de Rivera siguen presidiendo el templo mientras que cientos de presos republicanos usados como mano de obra para levantar el mausoleo están enterrados bajo sus piedras.

Si la mezquita no es mezquita, "guión" no se acentúa y el Valle de los Caídos no es franquista, el suelo se mueve bajo mis pies. ¿La Tierra sigue siendo redonda?

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