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Opinión

José Mendoza

Unidad o destrucción

Hay una manera de crecer muy particular. Y la UD Las Palmas ya ha demostrado que le funciona: es el modelo de devorar entrenadores. La estabilidad en el banquillo no le va, prefiere la institucional. Es el estilo del Real Madrid, el de levantar una Liga de Campeones, echar al entrenador al mínimo revés y al año siguiente ganar otra. Ahora la UD, con el cisma abierto entre vestuario y Quique Setién, el mejor técnico que ha tenido el club en décadas, afronta una situación ya conocida. De hecho fue gracias a ese espíritu como llegó el técnico cántabro.

Prácticamente ayer Sergio Lobera y Paco Herrera acabaron destituidos con dos proyectos que tenían buena pinta, en algunos momentos muy buena pinta. La fractura entre los diferentes estamentos -plantilla, cuerpo técnico, dirección deportiva y directiva- acabó con el entrenador destituido y con la UD donde se encuentra en la actualidad: en el cielo de Primera. Las decisiones, primero discutidas y luego aplaudidas, funcionaron. La tentación, evidentemente, está ahí.

Quizás haya que aceptarlo, quizás esta UD Las Palmas pase a la historia así, quizás sea un club en el que mandan los jugadores y la directiva por encima de todo y el entrenador "solo" aterriza para dar brillo a su currículum en menos de dos años. Que tampoco está mal. Ahora el club se encuentra en el momento de demostrarlo otra vez, de dañar un proyecto espectacular o de dejar a un lado su tendencia a devorar entrenadores y apostarlo todo a Quique Setién.

Está por ver si la gravedad del cisma que hay abierto es tan grande como el que acabó con Herrera y Lobera -por no ir más allá en el tiempo- en la calle. Vistos los precedentes de situaciones similares ni la UD teme perder al entrenador que ha revalorizado su plantilla y le ha hecho copar portadas en el mundo por su fútbol bonito, ni el técnico tampoco debería temer su destitución por el caché que se ha ganado y las novias que seguro que le sobran. El panorama es, por tanto, tan adecuado para ser subsanado como para activar la maquinaria de devorar entrenadores. La clave, como es habitual en estos casos, radica en el respaldo del club a la posición de su entrenador. Estaban de acuerdo cuando decidieron las medidas disciplinarias a los actos de esta semana, pero no en airear los problemas de manera pública.

Es el momento de definirse: repetir la receta que ya le ha funcionado o defender a Setién sin piedad, respaldarle hasta el final y renovarle por la vía rápida. Para ello, por cierto, el cántabro también debería ponerlo más fácil. Hace unos meses admitió que se sentía más cómodo renovando año a año y ahora pide tres. Todos tienen que ceder para que un proyecto tan vistoso y envidiable tenga continuidad. También Setién, tanto en la negociación por su renovación como en su manera de afrontar ciertas situaciones.

Y es que, cuidado, el modelo de devorar entrenadores no es infalible. Florentino Pérez también tuvo a un Carlos Queiroz, a un Luxemburgo y a un Mariano García Remón que le acabó destruyendo. Y sobran los ejemplos de entrenadores que quieren dar un paso al frente cambiando de banquillo y se acaban estrellando.

Sería una pena que el trabajo tan bien hecho hasta ahora se vaya por el retrete por una cuestión tan nimia. Que lo arreglen. Y que lo arreglen cuanto antes.

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