La Provincia - Diario de Las Palmas

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Desde mi noray

La calle Albareda

La zona portuaria de esta ciudad tiene una calle que es símbolo del sentir de otra época que se ha ido para siempre y que no es otra, que la arteria que lleva el nombre de un ilustre apellido que puso en Madrid en 1882 siendo ministro de Fomento la firma que sacaba adelante el magno proyecto del Puerto de Refugio de La Luz: Don José Luis Albareda, íntimo amigo de nuestro paisano Don Fernando de León y Castillo que llevaba en esa ocasión la cartera de Ultramar en el gobierno que presidía el liberal Don Práxedes Sagasta.

Pasear hoy día por esta calle con sabor porteño es casi como doblar las campanas por lo que fue y no puede recuperar, sobre todo si nos percatamos de la serie de comercios con sus puertas cerradas, viviendo la añoranza de los no tan lejanos Puertos Francos que le asestaron un golpe de gracia, tras nuestra incorporación a Europa. El aire que se respiraba en esta arteria como prolongación de la calle de Juan Rejón hasta el Parque de Santa Catalina, con los desaparecidos raíles del tranvía sobre los adoquines de piedra, se ha ido empobreciendo quitándole desde hace varios años ese constante ir y venir de los peatones de todo el mundo, en busca de artículos libres de impuestos que despachaban los comercios hindúes con las últimas novedades a escala mundial.

La calle de Albareda era el cordón umbilical que unía el Puerto con la ciudad, la del trajín comercial con las guaguas y los taxis, sin olvidar las tartanas y los coches particulares, mientras las camionetas sustituyendo a los carros tirados por animales, animaban el ambiente con el transporte de las mercancías desde el muelle a los almacenes esparcidos por la ciudad. Quedan los recuerdos de una infancia que se ha ido desde la Plaza del Mercado, con los puestos de los cambulloneros hasta las tiendas de tejidos, droguerías, efectos navales, panaderías, bares, churrerías hasta el Teatro Cine del Puerto y en el fondo, junto al Sanapú el olor a pulpo asado del Bar el Bandido, templo de la gente de El Refugio, la base del cambullón.

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