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Aforismos y expresiones canarias

Cuando el barranco suena, porque agua trae

Versión isleña del conocido refrán castellano: "Cuando el río suena, porque agua lleva", pues es bien sabida la ausencia de ríos en las Islas (aun cuando en algunas de ellas existen corrientes de agua continua de cierto caudal, nunca se les llama ríos, sino barrancos). Quiere decir que cuando se escuchan rumores sobre algún particular, algo de cierto suele haber en ello. Casi nunca existe una murmuración del todo infundada. Podrá exagerarse o, incluso, tergiversarse en la traslación oral, pero en la generalidad de los casos, cuando se oyen rumores se suele confirmar que algo hay detrás. Podrá ser inexacto, impreciso o no del todo veraz, pero alguna razón lo ha motivado. Por eso, la imagen alegórica traslada esta certeza: "Cuando el barranco suena, porque agua lleva" (o agua trae). Su caudal será más o menos abundante, pero agua trae, seguro.

La imagen del barranco o del torrente (como la del río) que sigue su curso posee una gran vivacidad y está cargada de simbolismo. La simbología del so-nido está asociado a la palabra. Y la palabra, en las distintas tradiciones antiguas, como fenómeno acústico tiene más valor como sonido o vibración en sí mismo que como expresión de las ideas.

Por su parte, el elemento agua -para algunos simbolistas- se relaciona o es soporte de la comunicación a través del ciclo hidrológico. Símbolo de vida terrestre que no para, sea en forma de lluvia o en el torrente. Con lo que podemos advertir de nuevo las trazas de la simbología en los entresijos de la pa-remia.

El dicho pues obedece a un principio cartesiano o empírico bien simple: si se ve humo es porque hay fuego; si se escucha el rumor del agua, es porque hay agua. Y cuanto mayor sea el estruendo que hace el barranco cuando corre, arrastrando callaos y teniques de todos los tamaños, más agua presumiblemente correrá por su cauce.

Aunque también es verdad que a veces viene precedido mucho ruido porque, aparte de piedras y barro, arrastra con arretrancos de todo tipo que algún furtivo bota en el álveo seco y hasta animales muertos, y entre tanto fango, poco agua limpia de provecho; entonces vale decir también aquello de "mucho ruido y pocas nueces".

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