En la estancia había cuatro mujeres que galopaban a lomos de conversaciones dispares. Mataban el tiempo. Una comenzó a mostrar fotos de sus hijos, de su vida condensada en el iPhone. Fotos de felicidad, de bebés sonrientes. Cada una desataba risas. Ella seguía leyendo. Algo debió llamar su atención porque cerró el libro y se integró en la charla. Otra contó la dura historia de su hermana y la concluyó con un "pero acaba de ser abuela y el bebé le ha devuelto la alegría..." Y lo es. "Así es, lo sé bien, a mí me dio la vida...", musitó la mujer. Entonces supimos que su hijo le dejó el regalo más hermoso del mundo. Con veintiún años perdió la vida en un accidente. Contó detalles que obviaré, pero ya se imaginan. Hacía dos años que el muchacho tenía novia y en eso estaban, en mirar al futuro a ver hasta dónde les llevaba la vida, hasta que la carretera los paró en seco. Su pérdida le robó las ganas de vivir, hasta que llegó el milagro.

Justo un mes después de la tragedia legó a casa la novia. Quería verla, quería decirle que estaba embarazada y que la llegada del bebé no la sabía ni siquiera el padre, su hijo; la muerte le impidió conocer que sería papá. El positivo llegó tarde. La mujer contaba la historia con una media sonrisa. De inmediato entendió que la mamá era joven y que debía continuar estudiando, disfrutar de la vida y rehacerla. Y así fue. El niño tuvo la suerte de tener a una mamá sensata y unos abuelos maternos que no pusieron un solo impedimento para que el bebé se convirtiera en el niño más querido y mimado de la familia. Se lo rifaban.

Hoy es un adolescente feliz. Tiene un hermano al que adora porque mamá formó una familia. Está con abuela, "desde chiquitito", recuerda, porque sabe que nadie lo necesita como la mujer que se refugiaba en la lectura. Nadie. Abrazar al hijo póstumo de un hijo joven debe ser doloroso y consolador a la vez, como la búsqueda del abrazo que no llegará. Tiene sus gestos, su porte y su gracia.

Ella no sabe decirle "no" por eso cuando hace nada se quejó porque mami no quiere perros en casa abuela le abrió la puerta a su animalito y lo cuida. Desde el corazón sin duda en deuda con aquel chiquillo que hace 17 años le devolvió la vida.