La Provincia - Diario de Las Palmas

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REFLEXIÓN

Cuando la innovación se hace parasitaria

Entre los mayores efectos disruptivos que produce la Economía Digital en la Economía Real destaca la forma tan voraz y extractiva en la que la primera obtiene beneficios de la segunda, lo que la convierte en un socio parasitario. Además, se produce la quiebra de conceptos tradicionales en los negocios como las relaciones entre el dominio y la propiedad.

Nos referimos a las plataformas digitales privadas que cada día están más presentes en nuestro mercado real, y por tanto merece que las analicemos desde la perspectiva de sus efectos, que si no se miden y se ponen al servicio de los cambios necesarios pueden hacer claudicar a sectores y mercados de nuestra economía real. Estos cambios inexorablemente han de venir por la vía de la transformación digital de nuestras empresas, al menos para estar presentes en esta partida tan importante que estamos jugando en la actualidad.

Los peligros del avance de estas plataformas digitales son reales y los gobiernos se sienten preocupados especialmente por la amenaza que supone a la seguridad laboral y la facilidad para que se abran escapatorias fiscales. No obstante, existe otra amenaza mucho más inquietante: el desplazamiento de la cadena de valor desde los productores de la economía real hacia los propietarios de las plataformas digitales privadas.

Nuestro sector turístico puede servir de ejemplo sobre la urgencia de abrir reflexiones que impidan pérdidas de valor en nuestros productos, como consecuencia de la subordinación tecnológica ante las plataformas privadas que imponen sus reglas y sus precios sin que nadie les tosa. Su producto consiste en vender las opiniones que todos los consumidores ofrecemos gratuitamente y, desde esta posición de dominio, se comportan como parásitos de nuestra economía productiva.

La primera reflexión sería medir la incidencia y evolución de las plataformas digitales en Canarias. A día de hoy, no existe un método que sea fiable y a la vez, bienintencionado, de medición.

Mientras, sólo sentiremos los sofocos de las incertidumbres, pero no podemos quedarnos inertes. Las mordidas que se están asestando a la economía real son ciertas. Se camuflan bajo el maquillaje de la economía colaborativa basada en el empoderamiento de los consumidores, pero sobre todo, estas estructuras han aprendido a morder como los ratones. Esto es, soplar mientras te muerden para que no sientas el dolor. Insuflan su anestésico al tiempo que muerden.

Si las mordidas son las altas comisiones -entre un 15 y 20 %- del importe de las reservas a través de estas plataformas, además del coste del posicionamiento, etc., el efecto anestésico lo consiguen animando al establecimiento hotelero a aumentar el precio para hacer neutral su comisión.

Pero además, existe otra forma de morder mucho más peligrosa y sutil: que nuestra economía real se haga adicta. Que se acostumbre a alimentar al parásito y que, sin percibirlo, le ofrezca las partes más blandas para que se alimenten. Por ejemplo, cuando nuestros establecimientos invierten en obtener el reconocimiento de calidad de estas plataformas, en realidad están destinando el mayor rédito de esta inversión a las propias plataformas.

Estas plataformas invierten en aparentar neutralidad, pero muerden de verdad. Un hotelero se puede preguntar: ¿a cambio de qué he de dar una comisión a una plataforma que no hace ningún esfuerzo comercial por mi establecimiento? Y aún peor. Si quiero que haga esfuerzos comerciales, me dice que adelante, pero que los pague adicionalmente en su propia plataforma. Es como el caso de Trump. Pretende construir un muro fronterizo con Méjico que perjudica a ese país y, encima, quiere que lo paguen los mejicanos.

Sólo nos queda un camino para impedir el avance de estos comisionistas: estar presentes en el campo de juego y hacerles frente utilizando sus armas. Esto es, haciendo uso de los datos de los turistas. Tenemos a favor las experiencias de los turistas. Hemos de aprender a extraérselas y convertirlas en información, estimulándolos para que nos ofrezcan sus datos; y llevarlos hacia nuestros propios canales. No se podrá hacer con todos, pero al menos no dejemos de presentarnos al partido por temor a una goleada.

Se puede crear un ecosistema de desarrollo de tecnología local que cortocircuite la influencia de estas plataformas privadas en nuestra economía real. Ellos tienen el dominio y nosotros la propiedad. Pero aún es un misterio la forma en que se van a enfrentar estos dos conceptos en una economía combinada, y las rupturas que se van a producir.

Y no podemos esperar. Ellos avanzan como una locomotora sin vagones, mientras que nosotros avanzamos como vagones que no necesitan de locomotoras porque el desnivel nos resulta favorable; pero, ¿y cuándo haya que subir una cuesta?

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