Lotarius noster, no sigo escribiéndote en latín, como otras veces, para no hacer el ridículo, pues habrás podido comprobar personalmente que es esta la lengua de los bienaventurados en el cielo y que la música que allí cantan es el canto gregoriano. Cuando San Pedro te ha abierto las puertas del cielo habrás oído lo que no escuchó el Dante de paso por el Paraíso, el asombroso responsorio procesional de este día litúrgico de Martes de Carnaval en que te has ido: el Media vita in morte sumus que tantas veces he intentado canturrear delante de ti, ´estamos en la muerte en medio de la vida´. Así que no me cabe la menor duda de que estarás en tu salsa."

Ahorro copiar los demás párrafos de la carta personal que he dirigido a mi amigo de hace casi 60 años tan pronto me llegó la noticia de su fallecimiento. Lothar era la "humanidad", por no decir el "humanismo" personificado. He empezado la misiva recordando su amor por el latín, precisamente, como emblema de su personalidad, tan rica, tan honda, tan vital, como la que definía Publio Terencio el Africano en su comedia El enemigo de sí mismo: Homo sum, humani nihil a me alienum puto, (hombre soy y nada de lo que es humano me es ajeno). Alguna vez le dije que, al nacer, se había equivocado de época, aunque había acertado en el lugar de nacimiento, las Islas Canarias.

Lothar era un hombre del Renacimiento. Sus colegas naturales habrían sido Leonardo da Vinci, entre los artistas universales, Francisco de Peñalosa, Juan de Anchieta y algún que otro músico franco-flamenco de los que desembarcaron en Villaviciosa de Asturias con Carlos de Gante cuando, justamente ahora hace medio milenio, vino a la Península para proclamarse Rey de las Españas.

Siendo un musicólogo y un compositor de reconocida fama universal, nunca dejó de ser empresario comprometido con los problemas económicos y sociales de allí donde ejerció su actividad. Canarias ha perdido a un potente motor de la cultura, un estudioso de su idiosincrasia. Director del Museo Canario, no ahorró esfuerzos para dejar constancia de la personalidad de los habitantes de las Islas, aun en los barrancos más escarpados. La cultura española y universal reconoce en Lothar Siemens a una de las personas que ha dado a conocer al mundo, de manera más pertinente, la música española del Barroco. El profundo conocimiento de esta música, su experiencia analítica en la técnica del contrapunto histórico favorecieron, según confesión propia, su oficio, pero también su gran inspiración -debo añadir-, como compositor de vanguardia en el mundo actual.

Descanse en paz.