Dicen sus íntimos de la cultura, las aguas donde siempre se encontraba en su ambiente, y también de los negocios, su oficio, a la vez una vocación, un destino y una herencia familiar, que era una persona fundamentalmente leal. Como es el lema del cuerpo de Marines de Estados Unidos, semper fidelis, una máxima latina que hunde sus raíces al menos en el siglo XIV. Lo fue, por ejemplo, con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, aunque esta fidelidad incluía la discrepancia cuando creía observar algo que no le gustaba. Amable y firme a la vez, caballeroso y crítico en el mismo paquete, fue, durante casi una década, presidente del Consejo Social de la ULPGC, donde dejó huella. ¡Vaya si la dejó! Hombre trabajador, ajeno a las movidas académicas, tuvo tantas y tan aleccionadoras experiencias, que lo primero que hizo cuando tomé su relevo en mayo de 2015 fue contarme, detalladamente, lo que quiso hacer y pudo hacerlo y lo que quiso hacer pero no pudo llegar a hacerlo. "Aquí, me dijo casi al oído, no se quieren enterar de cuál es el verdadero papel del Consejo Social, pero yo, insisto", terminó con sonrisa pícara. Como era un destacado musicólogo y compositor, le respondí en esa ocasión: "Pues pondré el ritmo de la Marcha Radetzky", que todos los 1 de enero toca la Orquesta Filarmónica de Viena en la Sala Grande del Musikverein, en un homenaje a los Strauss con el público enardecido al son del batir de las palmas. Pegó una sonora carcajada.

Mecenas destacado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, había entrado en el Consejo Social a propuesta del rector Manuel Lobo, en 2003, entre personas relevantes vinculadas a fundaciones y empresas. Tomó posesión el 20 de enero de 2004 bajo la presidencia de Francisco Aureliano Santana Castellano, asumiendo en ese momento la vicepresidencia, cargo que ostenta hasta octubre de 2004 cuando asume la presidencia interina por dimisión del presidente. En 2011 el gobierno le nombra presidente, hasta mayo de 2015. Sin embargo permanece en el Consejo en calidad de vocal hasta su muerte. Su trabajo fue de tal intensidad, y calidad, que en julio de 2016 el Consejo de Gobierno de la ULPGC le otorga por unanimidad la Medalla de la Universidad, que le impone el rector José Regidor en el acto de apertura del Curso Académico 2016/2017.

Uno de los activistas pro-Universidad de Las Palmas, sucedió al frente del órgano supervisor de la institución en representación de la sociedad que la alumbró, y la financia, a otros destacados personajes de la sociedad civil, Domingo Bello, Lizardo Martel, que se empeñaron en conseguir "una universidad completa" ante la cerrazón de La Laguna. Pero, conforme se decía en el "acta de disolución de la Plataforma", una vez conseguida la Ley, que no estuviera empañada por la endogamia y los pecados tradicionales de las universidades españolas. Quería aquella gente, que era multitud, una universidad distinta, moderna, sacrificada, innovadora, una universidad para el futuro no para el pasado y ni siquiera para aquel hoy que ya está en la nebulosa del recuerdo. Con ese espíritu asumió la presidencia del Consejo Social, y tuvo los primeros encontronazos con la realidad, que no había olvidado, porque el que olvida repite, cuando dejó la presidencia. "Sé firme", me dijo. "Lucha contra la endogamia". Labor de titanes, que aún hoy apenas ha comenzado. Me habló de los palos en las ruedas, del boicot del 'stablishment' funcionarial, de los intereses creados con los que el Nobel español Jacinto Benavente habría escrito varios tomos suplementarios. "Tienes un buen equipo, el vicepresidente y el secretario son buena gente y muy, muy trabajadores, muy leales y activos, si les dejas duermen en sus despachos. Y los consejeros son también gente entregada."

Con ese equipo desarrolló una impresionante labor que, hoy día, cuando asisto a jornadas, seminarios y reuniones de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia de Consejos Sociales, es recordada y unánimemente reconocida por quienes le conocieron o por quienes han oído hablar de él. Impulsó la modernización del Consejo Social, con paciencia pero con gran tenacidad, conquistando competencias más amplias, acordes con las necesidades de una universidad pública moderna y europea; logró la independencia funcional y orgánica del personal adscrito al Servicio de Control Interno, una peculiaridad que es 'rara avis' en el ámbito académico a nivel nacional, donde se considera un ejemplo a seguir para romper la inercia de muchos 'Consejos Floreros'; consiguió la aprobación del Reglamento de Organización y Funcionamiento, con nuevas competencias asumidas por el Consejo Social?Todo eso, y mucho más, se consiguió con una buena relación con los rectores Lobo y Regidor. Esas sinergias hicieron más fácil la firma de los contratos programa de 2005 a 2013, el Campus de Excelencia Internacional, las Normas de Progreso y Permanencia, que no son una opción sino una exigencia de la Ley universitaria de mayor rango, la LOU, y un ámbito de responsabilidad exclusiva del Consejo Social etc.

Todas estas acciones han ido dejando su huella, su impronta, en la parte del gobierno de la ULPGC que compete al Consejo Social pero que impregna a la entera Universidad. Incansablemente, fue dando pasos en la buena dirección, o mejor, en la dirección necesaria para no caer por el risco. Así, empezó a estabilizar un buen equipo de trabajo, a superar la interinidad de la secretaría, "¡hace nueve años!", suspiraba hace apenas un mes, cuando logramos culminar una etapa a pesar de que nunca llegaba el momento oportuno. "Este no es el momento", es como la muralla de Trump en la universidad pública española, donde el corporativismo, a pesar del esfuerzo de una parte muy significativa y mayoritaria de la inteligencia demostrada, y no la de en estado de suponer, crece como las amapolas adormideras. Pese a todo no desistió de incrementar el equipo para adaptarlo a las exigencias que nos impone la LOU y la Ley Canaria de Consejos Sociales, y, como primer paso, estableció convenios con la Audiencia de Cuentas para mejorar la labor auditora.

A pesar de dejar la presidencia le pedimos que siguiera como vocal en el Pleno, y siguió, dándonos todo su apoyo, y sabios consejos llenos de las enseñanzas de la experiencia. Hasta el otro día. En todo momento fue un consejero leal, trabajador, lleno de sabiduría, tantas veces socarrona y un infatigable amigo y benefactor de la Universidad de Las Palmas de Gran canaria. Hasta sus últimas horas.

No lo olvidaremos.