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AL AZAR

Triste final para 'La La Land'

Mi desprecio hacia La La Land ha ensanchado fronteras. Noto que ahora también odio a las personas a quienes les gusta esta película, que arruina para siempre las reputaciones de Emma Stone, Ryan Gosling y el director Damien Chazelle que nos asombró en Whiplash. En cambio, no entiendo la sorpresa ante el doble final de la ceremonia de los Óscar, con desenlaces opuestos para la empalagosa producción condenada a la victoria.

La La Land es tan tramposa que vuelve sobre sus pasos y amontona dos finales, triste y feliz, para que los espectadores abandonen la sala bajo el espejismo de que han contemplado la realidad al completo. Por tanto, el agridulce desenlace de los Óscar se corresponde con la mentira dúplice que culmina esta película. No solo se cumplió mi venganza, también se vio satisfecho el desquite de miles de mujeres abandonadas por Warren Beatty, y que el domingo comprobaron que el hiperamante no era para tanto.

Woody Allen quería reencarnarse en las yemas de los dedos de Beatty, por motivos obvios. El creador de Rojos ha perdido el sentido del tacto, el conquistador balbuceante y titubeante se vio desbordado hasta que apareció el héroe de la velada. Jordan Horowitz, productor de La La Land, renunció sobre la marcha a su estatuilla y la entregó a los responsables de Moonlight. Rectificó un error ajeno sin que le temblaran el pulso ni la voz, encarnó los valores que en décadas pretéritas caracterizaron a Estados Unidos. Ni este arranque caballeresco amaina mi rencor porque, ¿cómo es posible que gente tan inteligente produjera una película tan invertebrada?

Trump ha radicalizado a Estados Unidos. Admitamos que se retire el Óscar más preciado a La La Land, la película favorita de las personas que desearían votar al PP y al PSOE a la vez. Sin embargo, coronar a Moonlight, la película favorita de quienes llevan años sin votar al PP ni al PSOE, supone someterse al escalafón de Cahiers du cinema. Si no estuviera nublado por el desdén presidencial, Hollywood hubiera descubierto en Figuras ocultas una vencedora de consenso. Describe el sueño americano en blanco y negro, antes de despertar a la pesadilla.

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