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Culebrones

Quiero meterme hoy con los culebrones. Me refiero a esas series de periodicidad diaria, por lo tanto de reducido presupuesto y en general huérfanas de toda finura o rigor.

El reparto suele incluir algunos personajes pongamos que "normales", y otros absolutamente irracionales, con variados traumas y obsesiones que hacen la vida imposible a todos sus semejantes. Añádase un "malo malísimo", que a la postre viene a ser el auténtico protagonista del culebrón y que campa por sus respetos, pero dando la impresión que en el próximo capítulo se le va a caer, por fin, el pelo. Pero claro que no, no se nos vaya a morir la gallina de los huevos de oro. Completen este elenco con algún allegado que se está muriendo pero que durará toda la temporada sin palmarla y que nos regalará interminables escenas de agonía, a menos que aparezca el médico guaperas de turno, con su curación milagrosa. Y que no falte el abuelito encantador, presuntamente imbuido de sabiduría popular, pero que en realidad es incapaz de manifestarse sin echar mano de manidos dichos y trillados refranes.

La localización de la trama, por necesidades presupuestarias, no suele alejarse mucho de los interiores. Para ahorrar y facilitar el devenir de los previsibles acontecimientos, la puerta de entrada al piso se abre directamente al salón donde transcurre la acción, haciendo posibles situaciones demenciales e inesperadas. Preferentemente que en la puerta de entrada no haya ninguna mirilla, para facilitar las sorpresivas irrupciones de personajes hostiles, o que se suponían fallecidos. En algunos casos excepcionales donde el inquilino se presume de una clase alta, se nos permite atisbar por una ventana un retazo de jardín, percibiéndose por ejemplo un hermoso almendro en flor. No se asombren si dicho árbol sigue milagrosamente en flor a lo largo de toda la duración de la serie, incluso en lo más crudo del invierno. Parte indisoluble del atrezo es algún armario o cortinaje tras el cual pueda esconderse sin ser visto el malo malísimo, para enterarse de los secretos de toda la peña.

La acción suele ser previsible: para "evitar que sufra" un personaje, todo su entorno se confabula para ocultarle la verdad. De este modo se consigue que se entere por otro lado, que sufra el doble, y a ser posible que la verdad le golpee cuando ya la cosa no tenga remedio. Las tropelías del malo malísimo se ven favorecidas por la actuación insensible y dictatorial de la autoridad competente, en realidad incompetente más allá de lo humanamente razonable. Como las situaciones suelen enmarañarse hasta niveles ni siquiera aceptables para una audiencia incondicional, hay que cortar por lo sano, relegando algún personaje a una casa de reposo, para ídem de la audiencia, o haciendo emigrar a algún figurante cuyo conflicto de intereses se presenta insoluble. Tampoco se suelen cortar un pelo en liquidar a molestos incordios, con soluciones tan expeditivas como ser atropellados por un coche, o caérseles un tiesto en la cabeza.

Pero en fin, qué les voy a contar; Uds. conocen tan bien como yo todas estas triquiñuelas y artimañas para intentar tenernos pegados al televisor, un día sí y otro también, mientras hacemos la digestión del almuerzo.

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