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opinión

José Mendoza

Dos tipos de divorcio

El divorcio entre la UD Las Palmas y Quique Setién ya no lo salva nadie. Ni siquiera una actuación tan prodigiosa como la del Santiago Bernabéu. Las heridas abiertas en los dos últimos meses entre los diferentes estamentos del club -presidencia, dirección deportiva, cuerpo técnico y plantilla- son irreconciliables. Pero el resultado, y sobre todo la imagen ante el Real Madrid, deben servir a todas las partes para recordar que el matrimonio ha sido maravilloso y que puede seguir dando días de gloria. Seguramente no soportarían un fin de semana juntos pero a la química que han construido le queda noches salvajes por delante.

La relación tiene fecha de caducidad y solo falta dilucidar si el divorcio será abrupto o agradable. Porque sí, porque hay rupturas que se pueden alcanzar sin escándalos de por medio y con mano izquierda. Es difícil, pero es posible. Y es lo que más le conviene a todos. A Quique Setién le interesa para no manchar el excelente cartel que se ha ganado. El sello de la estética es el más fácil de vender a pesar de que otros equipos como el Eibar, el Alavés o el Espanyol están realizando una mejor temporada. Es la bandera del cruyffismo con hechos y también con márketing. Pero se habrá merecido el banquillo en el que acabe recalando.

Al club también le conviene una ruptura elegante para seguir siendo protagonista por sus buenas maneras y no echar por tierra una temporada notable. Si Setién acaba destituido muchos se echarán las manos a la cabeza y la fama de club que se lo pone difícil a los entrenadores se seguirá extendiendo. Y con mucha razón.

Los jugadores tampoco deberían perder el norte. Y de momento no lo están haciendo. Les interesa mantener viva la llama del matrimonio para que se continúe hablando de la calidad que les sobra. Ya tienen fama de vestuario complicado y una salida de Setién por la puerta de atrás agrandaría esa etiqueta.

El pasado reciente invita a pensar en unos meses, quizás semanas, de pesadilla, de discusiones, e incluso de platos rotos. Porque no es la primera vez que la UD transita por este camino de espinas. Conoce la senda. Ya la recorrió con Paco Herrera y con Sergio Lobera y en ambos casos el tiempo le dio la razón, pero los divorcios no fueron precisamente agradables. No se caracteriza la UD por tener mano izquierda en estos casos. Más bien por todo lo contrario. Y Setién tampoco lo ha puesto fácil. Más de uno tendrá que ponerse el bozal para no manchar un año histórico. Pero que todo sea por más noches como la del Santiago Bernabéu.

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