La Provincia - Diario de Las Palmas

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Punto de vista

El poder del cuerpo

No podemos decidir lo que sentimos. Ni lo que deseamos. Tampoco de quién nos enamoramos, o lo que tendríamos que sentir en un momento dado. A veces, las emociones que estamos sintiendo no nos vienen bien. Cuando debemos estar más tranquilos, perdemos la estabilidad. Si tenemos que rendir más, nos sentimos nerviosos y funcionamos peor. Cuanto más animados tendríamos que estar, menos ganas tenemos de hacer aquello que nos habíamos propuesto. Aunque nuestra voluntad nos quiera llevar a un sitio, el cuerpo dice "ya veremos". En el fondo, aunque lo tengamos infravalorado, él siempre manda. Y no queremos lo que le pasa. Y eso nos hace sufrir. Y lo cierto es que, en mayor o menor grado, todos tenemos problemas de este tipo. Aunque nos engañemos creyendo todo lo contrario. Lo podemos ver en determinadas situaciones de la vida que nos horrorizan o las tememos en exceso siendo cosas banales. Lo pasamos francamente mal con actos que son normales y corrientes. Nos dan pánico aspectos comunes de la vida. Por ejemplo, el miedo a viajar en avión, a subir en ascensor, a los sitios cerrados, a hablar en público, a los perros, al contacto físico... En estas situaciones, el cuerpo responde con rabia, asco, pena o miedo. Puede que no entendamos por qué nos hemos comportado de esa manera tan inapropiada. Por qué hemos tenido esa reacción emocional que no se corresponde a la gravedad del asunto. Lo más curioso es que eso que nos pasa, eso que sentimos que no nos gusta de nosotros, es una asociación equivocada que ha hecho el cuerpo y, de manera asombrosa, ya nos hemos acostumbrado. De hecho, creemos que somos así. Y ahí radica el error. Puede que las experiencias traumáticas o conflictivas en la infancia, recordadas o no, hayan dejado nuestro cuerpo condicionado a sentir emociones que ya no son apropiadas para nuestra vida actual. Pero lo bueno del asunto es que las podemos cambiar. Hoy existen cientos de herramientas conocidas que podemos aplicar. Tan sólo de nosotros depende que las pongamos en práctica. Y merece la pena. Porque, en el fondo, nosotros no somos cualquier cosa. Somos la vida. Y la vida es cambio continuo. Nosotros también. Y el sufrimiento, según los expertos, reside en la negación del cambio. Así que si quieres ser infeliz, o sufrir siempre, recuerda que no tienes remedio, que eres así y, sobre todo, no cambies nunca.

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