El Día Internacional de la Mujer no tiene que ser una ocasión retórica. Es el momento de relanzar con fuerza acciones concretas para cada día del año. Muchas mujeres en el mundo son víctimas cada día de violencia, discriminación, mutilación, exclusión de la educación y de la economía, y del proceso de toma de decisiones.

No es posible encontrar una solución a los grandes retos que tenemos delante, como el terrorismo, la radicalización, la guerra, la pobreza, o el desempleo, sin pasar por una auténtica igualdad de género. Solo si permitimos de verdad a las mujeres expresar todo su potencial, y en todos los campos, tendremos un mundo más seguro, justo y próspero.

Por esta razón, el Parlamento Europeo ha concedido su premio más prestigioso, el Premio Sájarov, a mujeres de coraje que luchan en defensa de sus derechos. Pienso, por ejemplo, a la joven paquistaní de 16 años Malala Yousafzai, que se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el extremismo religioso tras ser agredida por un grupo talibán al salir de la escuela. Pienso también en Nadia Murad y Laima Haji Bashar, que pertenecen a la minoría étnico religiosa yazidí de idioma kurdo, perseguida por el ISIS y secuestrada y condenada a la esclavitud sexual de los milicianos del ISIS. Ayer tuve una reunión con Laima Haji Bashar y con la abogada nigeriana de los derechos -ella misma también Premio Sájarov- Hauwa Ibrahim, ambas invitadas por el Parlamento Europeo con motivo del Día de la Mujer.

¿Cómo puede una mujer ser un modelo, educar a sus propios hijos en la apertura y la tolerancia, si ella misma está sometida, excluida de la educación, y no tiene un papel activo en la sociedad? Como hombre, como marido, como padre, me duele constatar que muchos de los conflictos, de las violencias, de los extremismos a los que asistimos tienen una raíz común: hombres obsesionados por el miedo al potencial de las mujeres. Muchas veces este miedo se transforma en violencia y negación de los derechos fundamentales.

Me siento orgulloso de ser el presidente de una institución que hace oír cada día su voz, fuerte y clara, sobre los derechos de las mujeres. El Parlamento Europeo no solo promueve esos derechos en cada decisión importante, sino que también ha creado una comisión parlamentaria que trabaja a tiempo completo por la igualdad de género y los demás derechos de las mujeres.

El Parlamento Europeo ha decidido este año dedicar el Día de la Mujer a su papel en la economía. Estudios recientes demuestran que cuanto mayor es el papel desempeñado por las mujeres, más crecen el bienestar económico y el empleo. Las empresas que tienen más mujeres en altos puestos de dirección presentan mejores resultados, tanto en términos de eficiencia organizativa como de rentabilidad.

La marginación de las mujeres de puestos económicos relevantes costará en los próximos diez años 11,5 billones de euros a nivel mundial, lo que equivale al PIB combinado de Japón, Alemania y el Reino Unido.

Aún queda mucho por hacer. Tenemos que constatar que solo el 24% de los puestos directivos a nivel mundial están ocupados por mujeres.

De estos, apenas el 4,6% son puestos de dirección ejecutiva. Las mujeres representan 655 millones de empleos menos que los hombres. Para el 88% de las mujeres de edades comprendidas entre los 30 y los 39 años, el nacimiento de los hijos conlleva una reducción de la renta.

La Unión Europea está en primera línea de este frente. La presencia femenina en los consejos de administración de las grandes empresas que cotizan en Bolsa casi se ha duplicado, pasando del 11,9% en 2010 al 22,7% en 2015. Todavía no es suficiente, pero vamos por buen camino. También está disminuyendo la brecha salarial, aunque siga a un nivel considerable del 16%.

El Parlamento Europeo apoya la propuesta de directiva de la Comisión sobre una mayor presencia de las mujeres en consejos de administración.

También sobre las bajas de maternidad el Parlamento quiere una normativa europea que vaya más allá de los papeles tradicionales y del reparto injusto de las tareas.

El Parlamento está además trabajando para promover la emancipación económica de las mujeres y hacer frente a la brecha de género en las pensiones.

Dentro de nuestra institución también estamos realizando avances notables. Los presidentes de las comisiones han alcanzado un equilibrio de género perfecto: doce hombres y doce mujeres. En mi gabinete he querido garantizar el mismo equilibrio.

Sin embargo, en ese mismo Parlamento Europeo, ha ocurrido hace unos días un hecho extremadamente grave. Un parlamentario ha atacado la igualdad de género de una forma inaceptable. Ha ofendido a todas las mujeres y violado nuestros valores fundamentales. No tengo la intención de tolerar un comportamiento semejante, tanto más grave porque lo manifiesta quien debería, con dignidad, representar a los pueblos europeos. He abierto inmediatamente una investigación que tengo previsto concluir cuanto antes con una sanción apropiada a la gravedad de sus afirmaciones.

La batalla, librada por tantas generaciones de mujeres valientes, aún está lejos de ser ganada. No es una batalla de mujeres solo para las mujeres. Es un combate de todos, en primera línea, cada día, por la humanidad.