La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

AL AZAR

Hazte entender

Hazte Oír es un buen consejo, pero estéril sin la segunda parte, Hazte Entender. Cuando vi por primera vez un autobús ilustrado con alarde tipográfico por las palabras "niño", "niña", "pene" y "vulva", pensé que los radicales de Podemos atacaban de nuevo. Sus delirios tenían que acabar por concretarse en una propuesta lindante con la pederastia. Costó convencerme de que se trataba del piadoso manifiesto de un grupo religioso integrista, en presunta campaña contra identidades sexuales que horrorizan a sus miembros. ¿"Pene", "vulva"? El ultracatolicismo se está volviendo tan excitante como la sección de sexología. Los auténticos extremistas cristianos del evangelismo estadounidense se escandalizarían ante la depravación del mensaje transmitido por sus homólogos españoles.

El autobús sexual parece una imagen extraída de una novela de Salman Rushdie. Su comicidad disparatada solo puede indignar a un islamista radical o a un progresista a la caza de desviaciones. El pene no es penal, aunque da pena en Hazte Oír. Con Urdangarin y Rato sueltos, se me ocurren trabajos más apasionantes para la Fiscalía que andar persiguiendo autobuses, salvo que ya hayan atrapado a todos los defraudadores a gran escala. En cambio, pagaría por haber asistido a las reuniones preparatorias de la campaña, en que los distinguidos ultraconservadores debatían si era mejor hablar de "pene" o de "falo", mientras alguno proponía variantes todavía más raciales y más eficaces semióticamente.

Un grupo ultracatólico coloca las palabras "pene" y "vulva" en tamaño gigante, ni Donald Trump podría imaginar algo así. Han logrado un mensaje subversivo, a la altura de los eslóganes memorables de mayo del 68. Cumple la doble misión de ridiculizar a la causa beata que pretende defender, mientras irrita con igual fuerza a la gazmoñería del bando rival. De hecho, los adeptos de ambas religiones se intercambian querellas por "incitación al odio", cuando en realidad deberían acusarse de "incitación a la carcajada". Se hacen oír, pero no hay quien les entienda.

Compartir el artículo

stats