Han desaparecido los valores medios, por eso tanta gente cobra renta asistencial y, a la vez, aumenta el número de millonarios. Esto vale para todo. Desde que Facebook hizo realidad la canción de Roberto Carlos Yo quiero tener un millón de amigos puedes tener muchísimas amistades virtuales aunque entre todas no hagan una en un momento dado. O puede ser como François Fillon, el candidato de los republicanos en las elecciones presidenciales de Francia, esa derecha extrema que quiere hacer frente a la extrema derecha de Marine Le Pen, que tiene un amigo que le ha pagado trajes por valor de 48.500 euros desde 2012, el último el mes pasado, según Le Journal de Dimanche. Fillon hace realidad la regla de que la elegancia no es cuestión de dinero, que la confirman más los ricos horteras que los pobres elegantes. A Fillón ir hecho un pincel no le cuesta un euro.
No es el único amigo que tiene el presidenciable francés. Otro le prestó 50.000 euros y a Fillon se le olvidó declararlo y tendrá que ir a hablar de ello al juzgado donde será imputado por malversación de fondos públicos. Fillon debe de ganar mucho en la cercanía. Tiene buenos amigos y quiere a su mujer y a sus hijos, a quienes pagó buenos sueldos reales por trabajos inexistentes, como denunció Le canard enchainé. La denuncia de este semanario satírico centenario hecho en papel, con suscriptores y sin publicidad, no le arredró. Reconoció que fue un error contratar a Penélope y siguió su carrera como si nada. Ahora, cuando sale del armario la noticia de sus trajes, ha declarado: "Un amigo me ha regalado trajes en febrero, ¿y qué?"
No se molesta en desmentidos, no construye contextos, no propone hechos alternativos como en esa posverdad con la que miente Donald Trump desde hace años. La aportación del candidato ultraliberal francés es la posvergüenza.
