La Provincia - Diario de Las Palmas

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OBSERVATORIO

Nuevo Hombre

Bob Dylan publicó en 1963, por primera vez, Blowin' in the wind ( Lo que se lleva el viento, si me permiten esta traducción). La letra y sus mensajes eran directos, podríamos entender algunas de sus estrofas así: ¿cuántas veces las balas de los cañones deben volar antes de que sean prohibidas para siempre? (?) La respuesta, amigo, se la lleva el viento (?) ¿cuántos años puede la gente vivir antes de que se les permita ser libres? (?) ¿cuánto debe un hombre escuchar antes de que pueda oír a la gente llorar? ¿cuántas muertes tendrán que ocurrir para saber que mucha gente ha muerto? La respuesta, mi amigo, se la lleva el viento.

Hoy en día sabemos que esta canción de Dylan ha batido todos los récords, y su música resuena en la mente de todo el mundo. Un poco después, en 1964, el renegado premio nobel publicó sus canciones Masters of War (Señores de la guerra), y The Times They Are A-Changin (Los tiempos cambian). En la primera, su letra dice algo así como: Acercaos, venid, señores de la guerra, ustedes que fabrican todas las armas, ustedes que nunca han hecho nada excepto destruir. Ustedes aprietan los gatillos para que otros disparen, luego se apartan, y miran cómo aumentan los muertos, mientras os escondéis en las mansiones al tiempo que la sangre de los jóvenes emerge de sus cuerpos, y acaba en el barro. En la segunda, algunas estrofas dicen: Gente, los tiempos cambian, reúnanse aquí, donde quiera que estén, y sepan que las aguas que les rodean han crecido, acepten que pronto estarán empapados hasta los huesos. Si tú tiempo vale la pena, mejor empieza a nadar, o te hundirás como una piedra. Acercaos senadores y congresistas, contesten las llamadas, no se queden en la entrada, no bloqueen los pasillos. Porque el que quede herido, será el que se pare. Hay una batalla afuera, y empeora. Y pronto sacudirá tus ventanas, y agitará tus paredes. Porque los tiempos cambian.

Unos años más tarde, en 1968, los Rolling Stone publicaban la canción Street Fighting Man (que podríamos traducir como Luchador callejero). Un homenaje a los jóvenes rebeldes que protestaban en las calles de muchas ciudades del mundo. Berkeley, Chicago, París, Praga, ? En algunas estrofas, la letra dice algo así: Por todas partes oigo el sonido de las marchas, los pies cargados, pero qué puede hacer un pobre chico que canta en un grupo de rock and roll, en esta ciudad dormida, donde apenas hay lugar para un luchador callejero. ¿Crees que es oportuno una revolución de palacio? Donde yo vivo, tocar es la solución de compromiso. Mi nombre se llama disturbio. Gritaré, mataré al rey, y atacaré a todos sus sirvientes.

En 1970, Crosby, Still, Nash and Young cantaban Ohio, donde decían que: soldaditos de plomo y Nixon están llegando, finalmente estamos a nuestra suerte. Este verano oigo el sonido de los tambores. Cuatro muertos en Ohio. Aquí, este grupo musical se refería a la masacre realizada en la Universidad Estatal de Kent, el 4 de mayo de 1970, en una protesta contra la invasión norteamericana de Camboya.

¿Por qué escribo todo esto? Un Nuevo Hombre dirige el imperio norteamericano. Trae las peores intenciones, con esa cara chusca y esos gestos bravucones, que recuerdan a un psicópata de Estado conocido por todos, y para más señas, de su misma raza ancestral. La historia nos enseña que, cuando un Nuevo Hombre emite tantas veces el concepto "seguridad nacional", está preparando una confrontación externa para apretar las filas internas. Pero la sociedad norteamericana es un chicle inasible, mucho más libre y vigorosa de lo que aparenta. A golpe de tanto odio, nos hará recoger tempestades. Sí, lo único bueno del Nuevo Hombre es la reactivación de la sociedad civil, y la movilización social que traerá consigo. Pensemos que Estados Unidos de Norteamérica es la cuna del movimiento de los derechos civiles, del movimiento chicano, de las rebeliones estudiantiles, de las protestas contra la guerra de Vietnam, y del movimiento jipi. De estos movimientos vino la liberación sexual, y con ella, la búsqueda de la igualdad, no solo entre los dos sexos, sino la igualdad para todas las orientaciones sexuales, una reivindicación ideológica que aún permanece en boga.

Una década después de los sesenta emergieron, plenamente, el feminismo, el movimiento gay, y el ecologista. Todos estos movimientos acabaron por interiorizarse como vasos capilares en la sociedad occidental, hasta nuestros días. Se trataba por tanto de procesos de cambio social que han tenido una sólida implantación ideológica y cultural en las sociedades post-industriales. La lucha por los derechos civiles, de los negros y chicanos, condujo al concepto de ciudadanía universal actual. Por su parte, el pacifismo es un rasgo ideológico dominante en la juventud (mundial), y en general, en nuestro pensamiento colectivo. La negativa al servicio militar como consecuencia de las protestas contra la guerra de Vietnam, intensificó el pacifismo sociológico occidental, que ya venía urdiéndose por la devastación que se heredó de las dos guerras mundiales anteriores.

La sociedad civil y el movimiento social van a reforzarse. En la era del Nuevo Hombre, que no es solo norteamericano, porque como vemos está proliferando en algunos rincones del planeta, emergerán facciones agraviadas de la sociedad civil. La defensa de la dignidad humana será más fuerte. No estarán solos los cantantes creativos, como los de los años sesenta. Ahora están la industria cultural, los medios de comunicación, las empresas globales y tecnológicas, los profesionales urbanos, cultos y pudientes; las mujeres, los defensores de la libertad sexual, los jóvenes y los estudiantes, los migrantes, los naturalistas, la comunidad universitaria, y el tercer sector voluntario y solidario. Así como la música pop-rock irrumpió en el ámbito político-social de los años sesenta y setenta, irradiando ideas y mensajes que cambiaron nuestra manera de concebir y ver las cos as, así la potente cultura cívica de esta nueva era acabará beneficiándonos a todos. Viene un tiempo de compromiso social, y de búsqueda de la dignidad humana, tras la llegada del Nuevo Hombre.

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