No, si aún habrá que darles las gracias. Más con la mosca aún detrás de la oreja, después de tanta desconfianza acumulada, da que pensar cuan tan modositos están los bancos devolviendo dinero a diestro y siniestro, después de años de penurias comiendo las migajas que dejaron los precios abusivos. La suerte ya está echada, ahora serían las entidades las que con un giro de tuerca volviesen al prestigio para lo que fueron creadas. Cuando aún en la memoria colectiva, sigue como el primer día el mantra de entonces, cuando sin que les temblase el pulso -bancos más gobierno de turno- sacudiendo responsabilidades. Cuando fueron los bancos que con el marketing de verbo fluido que da la profesión, te hacían poco menos que sentir culpable si las dudas sensatas de cada cual no entraban en lo ya preestablecido de antemano. Lo único positivo de todo este asunto sería lo rápido que sobre el terreno hemos aprendido a mirar con lupa la letra pequeña.