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OBSERVATORIO

Cómo salvar el medio natural de la extinción de especies

La extinción de especies se puede considerar un fenómeno natural o, por el contrario, un fenómeno inducido por la actividad humana. La desaparición de especies ocurre como un hecho natural en el transcurso de la biología. La intensidad de las extinciones de especies ha variado a lo largo del tiempo, de extinciones relativamente bajas durante largos periodos de tiempo -extinciones de fondo-, a tasas de extinción relativamente altas durante cortos periodos de tiempo -extinciones en masa-. Las extinciones en masa se producen debido a fenómenos catastróficos naturales como erupciones volcánicas, terremotos, o impacto de meteoritos que modifican de forma brusca las condiciones ambientales del medio. En definitiva, se produce una pérdida de la biodiversidad con desaparición de numerosos efectivos debido a que las especies no se pueden adaptar a las nuevas condiciones ambientales. La extinción masiva de especies se ha producido en diferentes periodos geológicos -Ordovícico, Pérmico y Cretácico-. Conviene destacar que, después de una extinción masiva de especies, tiene lugar la sustitución de éstas por otras nuevas; así, los mamíferos placentarios ocuparon los nichos de los saurios extinguidos, de tal manera que con un cambio significativo de categorías taxonómicas se recuperan los niveles de biodiversidad e incluso pueden verse incrementados.

En mi opinión, en los últimos años asistimos a una auténtica batalla de números sobre las especies que están desapareciendo. Algunas de las cuestiones planteadas sobre la pérdida del número de especies estaría ligada a la destrucción del hábitat por incremento de la superficie dedicada a la agricultura, el sellado de suelos por el crecimiento de la población y la industria, el uso de venenos y pesticidas, o la caza y pesca en exceso. En un trabajo científico llevado a cabo sobre aves en 114 países, se calcula que se extingue una especie cada año, en un ritmo unas diez veces superior a la considerada "tasa natural" de la extinción de fondo. Sin embargo, existe controversia en cuanto otros autores consideran que esta tasa de extinción es de unas 10 especies de aves por año, lo que correspondería a unas 100 veces la tasa natural. Aunque es difícil dilucidar las causas precisas de la extinción de especies por la actividad humana, sólo podemos concluir que la tasa de extinción por esta causa es superior a la tasa de extinción natural de 0,1 especies de aves por año.

En un seminario sobre Extinción biológica. Cómo salvar el ambiente natural del que dependemos, celebrado recientemente en el Vaticano, presidido por el premio Nobel prof. Werner Arber, y promovido por la Academia Pontificia de las Ciencias y por la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, se ha llegado a la conclusión, "basándose en la comparación de la documentación fósil, de que la actual pérdida de especies es aproximadamente mil veces la del porcentaje histórico. Actualmente estarían en peligro de extinción una cuarta parte de las especies y la mitad de ellas podría extinguirse a finales del presente siglo".

El funcionamiento de los ecosistemas en nuestro planeta depende de la conservación de la biodiversidad porque tanto los alimentos como numerosos recursos naturales, muchas de nuestras medicinas, la absorción de residuos y el equilibrio del clima, así como gran parte de la belleza de este mundo se debe a la riqueza natural de especies y sus variedades, "conocemos solamente la existencia de menos de una quinta parte de las especies que pueblan el mundo. Por lo tanto estamos perdiendo un potencial desconocido y poniendo en peligro el mecanismo fundamental de nuestro planeta"

"Antes del desarrollo de la agricultura hace unos 10.000 años, los seres humanos vivían en grupos de pocas decenas de individuos para los que la supervivencia era un enorme desafío. En aquella época la población mundial era de cerca de un millón de personas. Con el aumento de la población empezó la construcción de aldeas, pueblos y ciudades en los que se ha desarrollado nuestra civilización. Una tercera parte de la tierra se ha destinado gradualmente a la agricultura". En el workshop se insistió en que "la formación de sistemas de agricultura intensiva en regiones adecuadas, cuando se efectúa correctamente mediante la rotación de cultivos y la incorporación de la ganadería y reinvirtiendo los beneficios en las economías regionales, es una parte importante de la estrategia para la protección de la biodiversidad".

En el citado seminario se concluyó en buscar nuevas formas de trabajar juntos para construir un mundo sostenible, estable y basado en la justicia social conforme al espíritu del papa Francisco en su encíclica Laudato Si´.

Luis Herrera Mesa. Catedrático emérito de Biología ambiental

Universidad de Navarra

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