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Juanjo Jiménez

LA MÁQUINA CHINA

Juanjo Jiménez

La conexión chapa y pintura

Son muchos los complejos problemas que aquejan a la sociedad de este primer tercio del siglo XXI. La irrupción de unas nuevas tecnologías que avanzan exponencialmente a medida que la información se hace instantánea desde una punta a otra del planeta, están dejando a la Humanidad en un punto nieve en el que se crean más incógnitas que certezas. ¿Deben los robots cotizar a la seguridad social?

Con el descubrimiento de América se tardaban meses, cuando no años, en dar estafeta a los patrocinadores del imperio del hallazgo de un nuevo territorio, de una nueva fruta, o de un nuevo océano, el Pacífico, del que hasta entonces se esperaba que fuera continuación del Atlántico desde Canarias a Filipinas.

Hoy usted encuentra un granizo en Barranco Hondo y si tiene un amigo con guasap en Nueva Zelanda tendrá la foto antes de que se derrita la presunta rareza.

Este fenomenal compartir de información, ya sea científica o puramente novelera, es lo que permite esta fogalera sin medida de las cosas. Vehículos que desde que fueron inventados hace más de cien años siempre han carburado con un señor dándole al volante, hoy van a su bola, manejándose ellos solos para avisar en un cambio de carril o frenar por iniciativa propia cuando percibe un atasco en las Alcaravaneras. Arruinando el dicho automovilístico que reza yo conduzco, Dios me guía.

Y esto no acaba más de empezar, con el diseño y construcción de los primeros ordenadores cuánticos, que predicen que una misma materia pueden estar en dos lugares a la vez; la aplicación de la inteligencia artificial en los más variados chismes domésticos: con la Roomba que te barre la casa; o con los planes de Elon Musk de conectar ciudades con el Hyperloop a velocidades de hasta 1.200 kilómetros por hora a ras de tierra metidos en un tubo al vacío, o sus inminentes proyectos de veranear en Marte.

Y todo ello a pesar de que sin embargo quedan, como siempre en Canarias, tierra de objetos voladores no identificados, misterios que nos ponen en otro plano con respecto a las sociedades que cohabitan en el globo.

Como por qué los talleres de chapa y pintura, las empresas de desguace, y las compañías de guaguas y de grúas, todas muy de mecánica, son los mayores patrocinadores de drag queens.

Pero, ¿por qué? ¿Nos estaremos perdiendo algo?

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