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Un peso aplastante

En lugar de la neutralidad, la vieja guardia socialista prefiere respaldar masivamente a una de las tres candidaturas concurrentes en primarias a la secretaría general del PSOE. Ante la evidencia de que el "muerto" en la conspiración de octubre goza de excelente salud, no es sano cambiar el código de buenas costumbres por el pucherazo anticipado. Como si defendieran marcas o ideologías contrapuestas, los palmeros de uno de los pretendientes descalifican a otro con indirectas hostiles y vetos explícitos a la financiación de su campaña. E ignoran al tercero como si encarnara una opción irrelevante, cuando su propósito es la unidad frente a la dialéctica de los bandos. Desde la II República, nunca se había visto un show comparable, un reagrupamiento tan supersticioso del poder que aún gobierna en algunas autonomías y otras corporaciones.

Están apostando por la ruptura del partido, que es lo que verbalmente quieren evitar. Si logran descabalgar con malas artes a un candidato apoyado por las bases dejarán al margen una parte sustancial de la militancia con el falso argumento de que la democracia representativa está por encima de la democracia directa. Las elecciones primarias perderán su razón de ser después de haber sido esgrimidas como quintaesencia de la legimitidad. Podría suceder que el representante de las bases solo sea reconocido y aceptado como tal si coincide con el previamente ungido por el aparato. Pero Trump está en la Casa Blanca a pesar del aparato republicano y con casi tres millones de votos populares menos que su rival. No es el paradigma deseable, sino una advertencia de lo posible contra lo deseado.

El caso es que está por ver si la casi unánime llamada a filas de la vieja guardia es positiva para su opción o es aplastante. Todo ese peso gravitando sobre la cabeza de un candidato podría disuadir a los electores de seguir la senda que amenazaba con desangrar el partido tras el anticipado y mediocre final de su segunda presidencia del gobierno. El recurso facilón es culpar al candidato de los resultados de las dos últimas elecciones generales, en vez de reconocer que la caída comenzó mucho antes y se hizo crítica con la irrupción de otra izquierda. El PSOE ha escrito grandes y brillantes páginas en la nueva democracia española, pero en la pacífica revolución de la tecnología mundializada casi todo es nuevo, no repetido. La sensibilidad del poder tiene que adaptarse a la del pueblo soberano y detectar objetivamente si ésta va por delante. Para ello, nada más objetivo que la neutralidad en coyunturas electorales internas.

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