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CARTAS A GREGORIO

Manuel Ojeda

Con la vida pagada

Querido amigo, lo bueno de tener mucho dinero no es derrocharlo, sino saber que puedes gastar lo que quieras y cuando quieras. El que no lo tiene y se carga de deudas, malvive angustiado intentando pagar, mientras que el adinerado se hace de rogar y paga cuando le da la gana.

Algún día tendremos que acabar con el maldito dinero, Gregorio, culpable de casi todos nuestros males. Sin dinero no habrían ni pobres ni ricos, nos diferenciaríamos entre buenas y malas personas, entre buenos y malos trabajadores.

El sueldo por nuestro trabajo lo deberíamos cobrar en tiempo libre o en gastos de primera necesidad como el agua y la luz, o a cuenta de la vivienda donde cada familia tiene derecho a vivir.

Yo no quiero cobrar nada, Gregorio, lo que quiero es no pagar, y que mi trabajo me dé el derecho a vivir decentemente. No me importa que el Estado se quede con el dinero si ya tengo la vida pagada, pero que no me pase como con las pensiones, que después de matarte a trabajar y cotizar intentando asegurarte una jubilación digna, cuando crees que te has ganado el derecho al descanso van y te dicen que se han gastado tu dinero en otras cosas, y te pagan cada vez menos o te amenazan con no pagarte nada..., ¿para qué cotizamos entonces?

Aquí parece que los únicos que tienen asegurado su futuro son los profesionales de la política. Claro, ellos son los que parten y reparten para quedarse con la mejor parte. A los demás, que nos parta un rayo.

Ya es mucho lo que nos pide la vida para, además, tener que pagar por vivir. Hemos inventado un sistema en el que te hacen pagar por el agua y por la sed: un círculo vicioso donde para llegar a la fuente tienes que atravesar el desierto pagando peaje.

Me recuerda a lo del borracho que me contaba nuestro amigo Leocadio Rivero, un sujeto que lo paró la policía no sé cuantas veces y, cada vez que lo paraba para multarlo, el borracho le ofrecía cincuenta euros. Y así una y otra vez hasta que el guardia le dijo: "Mire caballero, si me da cien euros le digo cómo se sale de la rotonda..."

La salud y el bienestar, el amor o el respeto, se ganan en este país con dinero.

El verano pasado tuve el placer de conocer en Santander a D. Miguel Ángel Revilla, economista y ahora Presidente de la Comunidad Autónoma de Cantabria por tercera vez pero, sobre todo, un personaje ameno y encantador. Hace poco en la librería Canaima encontré uno de sus libros, concretamente el titulado Este país merece la pena y, en esa misma línea crítica y divertida de su libro, yo diría que, tal como nos lo están poniendo, este país merece la pena pero, eso sí, la pena de muerte, Señor Revilla.

Un abrazo y hasta el martes que viene.

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