Solo el primer tramo de la carretera de La Aldea (siete kilómetros, tres de los cuales discurren por un túnel subterráneo) ha costado unos 98 millones de euros. Pero solo llega hasta El Risco. El resto de la vía, que estará acabada en un par de años y tiene como objetivo unir El Risco con Agaete, obligará a un desembolso de aproximadamente unos 180 millones de euros más. En definitiva, cerca de 100 millones de euros para conectar definitiva, segura y eficazmente a un municipio cuya población no alcanza los 9.000 habitantes. En términos de rentabilidad económica es una inversión discutible, desde un punto de vista social, en cambio, resultaba absolutamente inexcusable, pese al frustrante retraso acumulado durante años. Por tanto nadie lo discute a derecha o a izquierdas. Es curioso. El cierre del anillo insular de Tenerife tiene un coste estimado muy parecido, pero aquí la izquierda considera que el coste es desproporcionado -aunque mejora la comunicación entre un norte semideprimido y un sur pujante- y el impacto medioambiental y ecológico inasumible.

Las paradojas y contradicciones de la política regional son habitualmente un muestrario de hipocresías, cálculos cortoplacistas e intereses rastacueriles. La proposición de ley presentada por el Cabildo de Tenerife para cumplir la sentencia sobre la extracción de áridos en el malpaís de Güimar fue derrotada estruendosamente en el Parlamento de Canarias, con entusiasta algarabía por parte del PSC-PSOE y de Podemos. Pero, curiosamente, la moción que presentó el presidente del Cabildo tinerfeño, Carlos Alonso, había sido aprobada por unanimidad en la corporación insular, incluyendo los votos de socialistas y podemitas. Vamos a admitir, para tener contentos a algunos apasionados hermeneutas de la actualidad, que Aurelio Abreu idolatra a Alonso y le lava la ropa interior todos los fines de semanas. Pero, ¿y Podemos? ¿Y el grupo de Podemos en el Cabildo? ¿Sus consejeros también son arteros submarinos de Coalición Canaria? He podido seguir el debate por el canal parlamentario de la Cámara regional y hace mucho tiempo no disfrutaba de tanta miseria argumental concentrada en intervenciones cuyo único propósito era construir a toda velocidad un relato en el que los gobiernos autonómicos y locales eran dibujados como compinches de Antonio Plasencia y compañía olvidando, entre otros pequeños detalles, que tanto Coalición, como el PSC-PSOE y el Partido Popular han gestionado el ayuntamiento de Güimar, a través de varias combinaciones, en los últimos treinta años. Existe una sentencia que cumplir y ese cumplimiento es técnicamente complejo y necesidad de acciones planificadoras derivadas de la colaboración entre las administraciones públicas. Una lástima que ninguno de los grupos que votaron negativamente la propuesta del Cabildo tinerfeño presentara un texto alternativo. Pero es que no se trataba de eso, sino de una emocionante derrota parlamentaria de CC. La segunda mitad de esta legislatura va a resultar tan divertida como frustrante. O viceversa.