Todo apunta a que por unas horas hemos estado en manos de un fake, la falsificación de un contenido que nos ha hecho creer que se ha puesto a la venta una camiseta con una publicidad que daba por hecho que la Cueva Pintada está en Tenerife. La manipulación divulgada por redes sociales cumple todos los requisitos de la mentira, y por ello podría ser una candidata al filtro creado por Facebook para frenar las noticias de carácter fraudulento. La acusaciones contra Zuckerberg por su dejar hacer dejar pasar con Trump han construido una ética, aún en pañales, contra las falsedades en la red. El resultado ha sido el citado filtro, que ya se prueba en Alemania, Estado que amenazó a Facebook con multas millonarias si proseguía dando cobijo a lo amañado. Aterrizando en las Islas vemos que el legendario asunto del pleito insular, material inflamable con siglos de vida, también tiene su espacio en la era de la posverdad, y que incluso hasta se puede decir que los promotores del pleitismo entre Tenerife y Gran Canaria han encontrado en las redes sociales su mejor aliado. Hay que apuntar, no obstante, que décadas atrás el pifostio se circunscribía al plano ideológico -insularismo en sus diferentes escalas- o en un error -o no- en una publicidad impresa, y que ahora estamos en la era digital: una autoría más camuflada; un efecto multiplicador récord que se hace imparable; un rendimiento publicitario derivado del número de visitantes que obtiene el dichoso fake; la candidez de los gestores políticos ante el novedoso y descarado fenómeno; una inexperiencia que se traduce en la carencia de una respuesta ágil acorde con el soporte que la divulga, y en la exigencia de responsabilidades a la plataforma correspondiente. Está claro que las redes sociales no pueden ser un territorio apache donde vuelan las flechas.
