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Javier Durán

RESETEANDO

Javier Durán

Postre y guerra

Xi podría ser el nombre de un postre que presenta el chef más famoso del mundo en un certamen de delicias de harén, pero viene a ser el nombre del presidente chino que come, junto a Trump, en Florida, en su club privado Mar-a-Lago, una porción de tarta de chocolate. Perdón por la confusión: queda claro qué es comestible y qué no lo es. El rubicundo de la Casa Blanca ha tenido la culpa, porque ha contado por televisión que fue en el mismo momento en que Xi se llevaba un trozo del postre a la boca cuando dio la orden para disparar 59 misiles contra Siria. La guerra y la gastronomía: ¿sabe igual el chocolate en medio de una descarga de testosterona bélica? Xi se queda pensativo. Suponemos que Trump apaña con la punta de la lengua los restos atrapados en una muela. Bufa el condenado por el placer de la cocina. Y por fin el presidente chino, perplejo por la situación, respalda a su homólogo estadounidense y considera ajustada la represalia al ataque químico contra la población civil por Bachar el Asad. Xi y Putin -defensor del carnicero- suelen votar igual con respecto a Siria en la ONU, pero ahora todo ha sido con un exquisito postre de chocolate delante. Trump no sólo va a cambiar su política exterior, con zigzagueos geostratégicos, sino que además introduce el factor de la degustación: ¿Hubiese contestado lo mismo Xi estando ausente un buen postre en el relax del club privado de Trump en Florida? Es una pregunta que deberían ventilar los analistas. A partir de ahora hay que vigilar de cerca su agenda, porque lo mismo toma la decisión de atacar Corea del Norte mientras destruye en su boca un costillar siendo observado por un traidor del descarriado Kim. En este punto tengo que decir que desconozco si deglutía o no a la hora en que decidió tirar la madre de todas las bombas sobre Afganistán.

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