Estamos siguiendo al tramposo Trump, curioso personaje, que hace lo que dice y no dice lo que hace. Pero dice y hace cosas peligrosas para el mundo entero, aunque buenas para su peculio personal, y el del alto capital que lo apoya (no para el nuestro).
Es -digan lo que digan quienes lo votaron y apoyan- la extrema derecha al poder en USA. Su alianza con la derecha republicana "post-tea party" no tiene fisuras. Y si las tuviera el Congreso -republicano- tiene el arma del impeachment... Subiría el vice, Mike Pence, más conservador y controlable que Trump.
Los tres poderes están bien amarrados por la extrema derecha en USA: el ejecutivo, el legislativo, y ahora el judicial con la confirmación de Neil Gorsuch en la Corte Suprema. Casi nunca en la historia política de USA un partido tuvo tanto poder. Quizá F. D. Roosevelt durante la guerra.
Los medios (todos menos la Fox, que lo apoya) están contra él y con mucha fuerza. Pero "los tiempos están cambiando", el 4º poder, como la nostalgia, ya no es lo que era, no es tan fuerte como antes. Las redes mandan, y la posverdad -la mentira, digamos- se cuela más fácil. Trump fue muy hábil -tonto no es- al declarar inicialmente a los medios como su enemigo. Desautoriza automáticamente todo lo que ellos digan sobre él.
Pero la guerra del Washington Post, el New York Times y demás, es una lucha sin cuartel y está haciendo mella en Trump: su popularidad es la mínima histórica del 40% frente al 60% que se le opone. Sus predecesores, Obama. Clinton, Bush, a estas alturas de sus mandatos gozaban de popularidades altas, en los 60, 70 y hasta el 80%. Pero si Trump mantiene su "entente cordiale" con la derecha republicana mantendrá el poder asegurado. Y la derecha también.
