La aprobación por el Congreso la pasada semana del Real Decreto Ley sobre la liberalización de los trabajos de estiba en nuestro país, impuesto por Europa a raíz de la sentencia del Tribunal de Luxemburgo, pone de manifiesto la necesidad de que haya más competencia en los diferentes servicios que operan en los puertos españoles.
En el caso del puerto de La Luz es evidente que si deseamos avanzar hacia metas más ambiciosas para captar nuevos clientes y no quedarnos estancados en una rutina, es necesario que practiquemos nuevos métodos donde la competencia sea una divisa por encima de todo, en los servicios que podamos ofrecer a la navegación sin tantas ataduras, donde los intereses particulares privan muchas veces por encima de los generales.
Ahí está el caso de ese proyecto de la tarifa plana para los diferentes servicios, caso del practicaje, remolcadores y amarradores, que no sale adelante, pero que es necesario en una estación permanente de servicios como la nuestra para que el agente consignatario no tenga que hacer malabarismos a la hora de presentar un presupuesto a un armador, ya que en muchas ocasiones para cubrirse las espaldas tiene que tomar las tarifas más caras, festivos o nocturno, en detrimento de una mayor eficacia y transparencia.
Pero tampoco el Puerto puede ser una estación estanca para blindar a determinados usuarios, sino que tiene que haber una competencia abierta de libre comercio como propugna la UE y que pueda ofertar sus servicios sin exclusividades, para que el cliente pueda escoger entre más de una empresa en función de unas tarifas libres y abiertas. En definitiva que haya una competencia para todos lo servicios ya que por este camino avanzaremos hacia un recinto más abierto.
