Soy socia del Náutico. El Club, se conformó como un escenario presente en mi vida, y donde se ponían a prueba -como en otros lugares- esos principios y valores que adquiríamos, pues era espacio de educación y respeto de normas.

Cuando me incorporo a la "Plancha" con mis compañeros de Junta Directiva y con Fernando del Castillo al frente (yo no "lo busco", él me "busca"), lo hice con mis principios y valores. Y así se lo destaqué, por la importancia de la presencia de la coherencia y serenidad en mi vida, a sabiendas que el Club era una de esas organizaciones donde el conflicto estabaenraizado y se conformaba como bandos.

Estar en la Junta Directiva, suponía "mirar" al Club de otra manera. Conocer ese "interior" al que no le había prestado atención. Pero mirarlo como "Defensora del Socio", me exigía un refuerzo de esa responsabilidad que adquirimos como miembros de la Junta Directiva: el segundo órgano de gobierno del Club, tras la Junta General. Y sólo unas gafas: los estatutos.

Desde un principio, a mí y a la mayor parte de mis compañeros (9), nos llamaba la atención las acciones presidencialistas que realizaba la cabeza representativa junto con tres directivos, expresadas a través de la toma de decisiones o programaciones de acciones de las que no sólo no se nos informaba previamente sino que nos "enterábamos" por terceros. Especial fue el día que -una vez más- exigimos varios miembros que se contara con el resto para todas las cuestiones relacionadas con la entidad y se nos respondió con un "no vamos a estar contándoles todo lo que hacemos".

Tras expresar al Presidente (10 de nosotros) que este Club no era presidencialista sino esencialmente democrático y que su función principal era la de Ejecución de los Acuerdos de la Junta Directiva (en la que él participaba) y "negar" lo anterior, simplemente siguieron las cosas como antes ante nuestro cada vez mayor asombro. Todos hacíamos múltiples tareas relacionadas con las diferentes áreas, pero no participábamos ni se nos informaba -o no se nos tenía en cuenta- en el núcleo de las decisiones claves (contratos, cambios estatutarios, pliegos definitivos,?) y nuestra participación se limitaba en muchas ocasiones a un traslado de información. No siempre, por supuesto, pero era la línea de actuación general.

Fueron llegando las dimisiones: el Comodoro (ante "contraorden que hace el Presidente" sin competencias para ello), Vicecomodoro y el Gerente (anterior directivo) por las actitudes despóticas y acusaciones falsas que tuvo que soportar. Y llegó el día de la "prueba del algodón" con la prórroga del restaurante, pues fue la primera reunión de Junta Directiva "pura" en la que legalmente formada (en esa ocasión presidida por la Vicepresidenta al estar enfermo el Presidente, pero informado en todo momento) se tomó una decisión y el Presidente tenía que realizar lo que indican los estatutos: ejecutar. Pero no lo hizo. Acción contraria a los estatutos del Club y sancionable.

Tras un "intenso" debate dos días después y ante la respuesta y actuaciones de otros directivos, las posiciones se mantuvieron y no nos quedó otra opción que dimitir, como acto de transparencia de lo que ocurría en la Junta Directiva y, como instrumento, para forzar la dimisión de un Presidente que lejos de representar al Club en la defensa de sus estatutos, se conformaba como el primer incumplidor y, por tanto, no apto para ocupar ese puesto.

Nuestra sorpresa no sólo fue la respuesta del Presidente de todos conocida, sino que un número de socios (todos ellos conocedores de lo que son los estatutos con sus derechos yobligaciones y, algunos de ellos, profesionales del Derecho) lejos de rechazar -dada las acciones realizadas- la continuidad del Presidente, lo acogieron conformándose en la nueva Junta Directiva.

A mi juicio, el problema del Club es una cuestión de valores. Estamos tan acostumbrados al todo vale, que hemos luchado por la creación de derechos para después actuar sin utilizarlos como marco.

Ejemplo del incumplimiento de estatutos y de los valores ac-tuales del Club, se vio claramente en la última Junta General a "tan sólo 2 días de que se cumpliera el plazo para la concesión de una subvención de una actividad principal del Club". Es decir, la deci-sión de la votación pasó de las "cuentas" a "poder hacer o no una regata" ¿Qué es lo que "podíamos" votar?

Las cuentas del 2016 estaban claras y correctas, pero no era eso "sólo" lo que se votaba, sino también la significación de las mismas, que respondía al funcionamiento real del Club: una piscina que se ha vaciado 2 veces en 1 año y sigue fría, despidos que ascienden a más de 300 mil euros, pleitos judiciales que se pierden y que se recurren, que se provocan, cucarachas en la cocina, sillones carcomidos, sin restaurante Almirante, comedor propio de un Vip, biblioteca sin condiciones, silla de plástico en las salas de juego, permisos a no socios, aumento previsible de las cuotas y uso por servicios, gimnasio obsoleto, previsiblemente más despidos más gastos, vida social pobre? es lo que han votado los que han dicho "Sí". Ejemplo de los valores de la Junta Directiva actual se mostró en la última Junta General, cuando haciendo uso de mi derecho a la palabra, un socio afín a la Junta Directiva, empezó a gritarme y a increparme con malas formas y los miembros de la Junta con su presidente a la cabeza, no sólo mantenían el silencio y dieron "tiempo y espacio" para que continuara increpándome sino que - asombrosamente para mí- el moderador me "exigía" con expresión de enfado que siguiera (claro, no se me iba a oír) y ante mi silencio y señalándole al socio que estaba interrumpiendo la junta y violando mi derecho a la palabra para que lo mandara a callar a él previamente, sólo ante mi 3º gesto lo hizo. Pero, ¿Dónde está la expulsión de este socio de la Junta General? ¿Dónde está la recriminación pública a este socio por su comportamiento? ¿Dónde estaba Sr Presidente, usted que representa al Club y eso es lo mismo que sus estatutos? ¿Han abierto ustedes expediente disciplinario o me han informado de mi derecho a la denuncia a este socio por violación del régimen disciplinario? A eso me refiero: el problema del Club, es un problema de valores. Da igual que fuera yo o que fuera otro. Gracias a los socios que le pitaron y apoyaron mi derecho a la palabra, votaran sí o votaran no. Pero votaron un Sí rotundo a los valores. Posiblemente yo creo en un Club con contenido y grande, integrado en la sociedad en la que está inmersa, y llena de gente entusiasta con el progreso. Por eso, no soy cabecilla ni resentida. Sólo soy una socia del Club Náutico que respeta sus estatutos. Por eso no reconozco a este Presidente ni a la Junta directiva como aptos para estarahí.