En los viejos tiempos la actividad económica giraba en torno a dos principales puertos como eran La Luz y Santa Cruz de Tenerife. Pero el desarrollo de esta Comunidad ha ido creando dos bandos, uno los recintos estatales por asignación de los puertos menores, caso de Arrecife, Puerto del Rosario, Santa Cruz de La Palma, San Sebastián de La Gomera y La Estaca en el Hierro y de otro lado los puertos autonómicos, que han tomado gran protagonismo con un desarrollo espectacular en cifras de pasajeros y vehículos.
A la vista de este panorama y ante la segregación solicitada por Arrecife de Lanzarote de Las Palmas, es evidente que todo tiene sus pros y contras, pero es claro que las políticas portuarias se contraponen, colisionando los intereses estatales con los autonómicos, faltando unidad de criterio dando impresión que los recursos propios se derrochan en favor de una discutida rentabilidad.
Es evidente que ordenar todo este conglomerado no resulta tarea fácil y da impresión que vamos camino de una insularidad portuaria, ya que mientras los puertos estatales han hecho una distribución de beneficios entre los suyos favoreciendo a los deficitarios, en cambio en el ente Puertos Canarios de la Comunidad los grandes ingresos están protagonizados por los situados en las islas orientales: Corralejo, Playa Blanca, Morro Jable y Agaete, mientras los estatales de Tenerife controlan todo el tráfico de pasajeros,vehículos y mercancías de dicha provincia. Son los contrasentidos de una política portuaria bi-céfala que camina sin unidad de criterio, agravada por el hecho insular que resurge con su fuerza.
