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Todo creyente es un radical

Lo raro no es que haya creyentes religiosos radicales. Lo raro es que haya creyentes religiosos no radicales. "Radical", es sabido, proviene de "raíz", y su uso, referido a una ideología o a un sistema de creencias, alude a la valoración de que tales planteamientos se hallan en la base más elemental, en la raíz más originaria que constituye a la persona y la sociedad. ¿Me puede alguien explicar cómo se puede tener una creencia religiosa no radical, cuando tales creencias sentencian dogmáticamente sobre el Absoluto de todos los Absolutos, sobre los fundamentos esenciales sobrenaturales de la Eternidad Total Universal, sobre el carácter inamovible y tallado en piedra del Bien y del Mal como acto volitivo de un Dios omnipotente, omnisciente y omni todo lo que se ponga por delante, con el que el creyente tiene contacto porque lo dice él? ¿Es siquiera imaginable, qué necedad puede querer decir "creyente moderado"? ¿Es que se nos ha olvidado ya el dislate que es una religión? El problema del terrorismo yihadista no es sólo religioso, pero también es religioso. No se resolverá atendiendo únicamente a su aspecto religioso, pero tampoco se resolverá ignorando su aspecto religioso. La religión, y su carácter radical per se, es parte del problema. La defensa de una religión moderada contra la violencia religiosa es tan ridícula como la defensa de un machismo moderado contra la violencia machista. Hace falta que los estados que luchan contra este fenómeno abran también este frente y desplieguen el mayor aparato propagandístico jamás visto en defensa del pensamiento racional y el ateísmo, que alcance la mayor penetración posible, que se implante hasta el mismísimo tuétano del sistema educativo, que se ayude de toda la fascinante tecnología actual y el siglo de experiencia que llevamos en el campo de la publicidad y de la psicología. Y la primera medida es muy sencilla: eliminación de los espacios de propaganda religiosos radicales que nuestra televisión pública regala cada mañana de domingo a católicos, judíos, protestantes y -¡ay, mamina! ¿estamos locos?- musulmanes.

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