El otro día presencié una escena verdaderamente vergonzosa en un centro comercial de la Isla. Un bebé lloraba, una madre nerviosa buscaba un banco en el que sentarse y calmar el llanto de su hijo. El recién nacido, de apenas tres meses, reclamaba la atención de su mamá. La mujer sabía -como toda madre- lo que su niño necesitaba. De forma muy discreta la señora dio de mamar a su hijo. Yo la miré con ternura y sonreí. Ella me devolvió la sonrisa. Inmediatamente el guardia de seguridad del centro comercial -que no nombro porque los grandes almacenes ubicados en Jinámar no deben culpa de tener a un gañán como segurita- se acercó a la madre y le exigió, recalco exigió, que se tapara y abandonara el lugar. Ese mismo guardia llevaba mirándoles el culo a todas las jovencitas del comercio, pero cuando una madre se sacó la teta para dar de comer a su bebé -lo más natural del mundo- se escandalizó.

La chica, de apenas treinta años, quiso explicarle que no estaba haciendo nada malo, pero pronto entendió que no tenía que justificarse por amamantar a su niño.

Mientras el hombre -llamémosle así para dirigirnos a él de alguna forma- le exigía que se marchara, el chiquillo lloraba y lloraba. En otras circunstancias sé que esa madre sacaría las garras, pero su tesoro no podía esperar. ¿Acaso esperas tú cuando tienes hambre? Con tristeza vi cómo la chica se alejaba dolida y humillada. Le lancé una mirada de repudio al segurita, pero él estaba demasiado ocupado mirando escotes y culos que no se dio cuenta. Esto me hizo preguntarme: ¿qué coño le pasa a la sociedad en la que vivimos? Hemos normalizado los shorts, el toples y el exhibi-cionismo, pero si vemos a una madre dar-le el pecho a su hijo nos perturbamos. ¿En serio?

Quizá el problema lo tienen los demás y no la mujer que, como se hacía antiguamente, da de comer a su pequeño. Me pareció -y me da igual que me tilden de feminista- un acto de discriminación. Me gustaría empezar explicando que los pechos son para amamantar, que la gente vea un toque erótico en ellos es su problema. ¿Realmente creen que están ahí para que nos los miren y se pongan cachondos mientras fantasean con el tamaño o la textura? Están ahí porque por naturaleza sirven para dar de comer, ¿o creen que segregan leche por amor al arte?

La OMS (Organización Mundial de la Salud) afirma con seguridad que la lactancia materna reduce la mortalidad infantil y tiene beneficios sanitarios que llegan hasta la edad adulta. La leche materna proporciona toda la energía y los nutrientes que necesitan durante los primeros meses de vida y sigue aportando al menos la mitad de sus necesidades nutricionales durante la segunda mitad del primer año y hasta un tercio durante el segundo año de vida. Como pueden leer, los beneficios son múltiples.

Lo que me gustaría explicarle a toda esa gente que se ruboriza cuando una mujer se saca la teta para amamantar, es que los bebés no esperan, y recordarles que ellos también fueron recién nacidos, y que como lleva haciéndose toda la vida, su madre también les dio el pecho.

Estoy harta de que las mujeres tengamos que esconder todo como si fuéramos bichos raros o delincuentes. Igual pasa cuando una mujer tiene la regla, si necesita una puñetera compresa la pide con vergüenza e intenta que nadie de alrededor se dé cuenta de lo que ha pedido. Verdaderamente harta de justificarnos todo el rato. Joder.

Las madres que amamantan deberían ser consideradas heroínas. Sólo ellas saben lo que significa convertirse en productoras de leche a demanda. Pasarse horas sin dormir porque su peque no deja de mamar, de alimentarse. Sólo ellas saben lo que significa aguantar el dolor de tener el pecho lleno y necesitar vaciarlo o las complicaciones de sufrir una mastitis. Sólo ellas, coño, saben lo que es tener cualquier tipo de dolor y no poder tomarse ni un ibuprofeno para no contaminar la leche y a su vez esto perjudique al bebé. Sólo ellas saben el significado de las ojeras, de la pérdida de peso, del cansancio que requiere la lactancia.

El resto del mundo, sin embargo, se siente con derecho a juzgarlas de groseras u obscenas por enseñar un poco de piel -porque la teta es piel- cuando su hijo lo requiere.

Por favor, que estamos en el siglo XXI, que ir de progres es mucho más que afiliarse a Podemos. Que lo que habla de una sociedad evolucionada es la empatía y la solidaridad con sus semejantes, y tristemente creo que muchos tienen esa asignatura pendiente. Yo me declaro admiradora de todas esas mujeres que abandonan la comodidad del biberón, la estética de un pecho terso, por alimentar a su hijo de forma natural y por elegir la alimentación para su pequeño que les dé la gana.

Y me alegro de que lo hagan en público, porque ¿acaso hay una imagen más bonita que la de una madre y su hijo siendo cómplices de la vida? Si no consigues verlo así, recuerda: el problema lo tienes tú.