La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

OBSERVATORIO

La arquitectura, la armonía y una filosofía del kilómetro cero

El surgimiento de la arquitectura está asociado a la idea de protección y abrigo. En el neolítico casi todos los seres humanos eran nómadas. Primero buscaron abrigo en las cuevas, que embellecieron con sus pinturas, y luego ese abrigo, como construcción predominante en las sociedades primitivas, se fue sofisticando.

Lo más cautivador y sugerente de la arquitectura como protección es cuando está en armonía con la naturaleza. La arquitectura nació como una respuesta a las necesidades de un hábitat concreto. Lo que hace diferentes a unas edificaciones históricas de otras es que las soluciones adoptadas son un ejemplo de adaptación al medio, están realizadas con las propias manos, apoyándose en la comunidad y en el conocimiento de sistemas constructivos heredados ancestralmente y que fueron evolucionando hasta tecnificarse en nuestros días.

Esa tecnificación nos llevó a cometer errores, a creer que daba igual cualquier material porque todos eran controlables por la mano del hombre y nos alejó de la coherencia contaminando el planeta. Es un error pensar sólo en los vehículos o aviones o fábricas como contaminantes, ya que los edificios consumen entre el 20 y el 50% de los recursos físicos según su entorno. La actividad constructora es gran consumidora de recursos naturales, pero esto es algo que puede cambiar. Una construcción más sostenible no solo es posible, sino que ya se practica por los mejores arquitectos desde hace muchísimos años.

En 2013, mi mujer y yo escribimos una reflexión que llamamos "manifiesto de la arquitectura del kilómetro cero". Era, y sigue siendo, nuestra apuesta para promover la extensión de la "filosofía kilómetro cero", tan habitual ya en campos como el de la gastronomía, al territorio de la arquitectura, con el fin de estimular la economía de los lugares y entornos donde se edifica o rehabilita, y de rebajar el impacto que la construcción tiene en la calidad del medio ambiente. Era algo que ya practicaba a la hora de diseñar mis proyectos pero que no sabía explicar con palabras.

Esta filosofía apuesta por la creación de edificios integrados armónicamente en el paisaje (natural y urbano) que los rodea, y en una redistribución de la riqueza más justa. Y, sobre todo, es un compromiso con la verdad desnuda de los materiales que conforman cada concepto de un proyecto de arquitectura, un compromiso de indagar en los beneficios de la cultura para un porvenir mejor, tratando de materializar arquitectónicamente los "deseos" del territorio. Es una vuelta a lo orgánico, a los orígenes, al sentido común de la arquitectura vernácula. A veces un lugar lo pide a gritos y no lo queremos oír.

A lo largo de la historia muchos grandes arquitectos han practicado esta filosofía utilizando materiales predominantes del lugar o lo más cercanos posibles al emplazamiento de cada edificio. Han utilizado técnicas conocidas en el lugar, y por tanto han aprovechado la sabiduría de la mano de obra local. Han intentado que sus edificios sean saludables, que proporcionen confort, ventilación natural y calor natural, sin tener que consumir energía inútilmente. Han reciclado elementos y no por ello han perdido ninguna originalidad. Pequeñas y grandes obras se han creado, aunque no lo parezca a simple vista, con esta filosofía.

Entre las pequeñas (por tamaño, no por grandeza) destacaría las obras de Peter Zumthor, especialmente sus pequeñas iglesias y sus termas de Vals. Zumthor trabaja con el entorno natural y con las termas naturales que están debajo de una estructura de cubierta verde semienterrada. Las construye capa sobre capa, de piedras de la cantera local, una piedra que él interpretó y convirtió en la inspiración para todo el diseño, y que utiliza con gran dignidad y respeto hacia el lugar.

Entre las grandes obras de la arquitectura valoro especialmente al Le Corbusier de Chandigarh; por el enorme esfuerzo que representó para él hacer un proyecto tan ambicioso en aquel momento histórico, en el sentido de que logró transformar aquel contexto difícil, elevar la calidad de vida de una ciudad entera y conseguir que desde entonces los ciudadanos estén más interesados en el espacio público que cualquier otra ciudad en la India. Me sentí abrumado cuando visité el Parlamento, por la fuerte expresividad del edificio, en que el arquitecto logra con simples elementos constructivos, adaptados al lugar donde se encuentra una maravillosa arquitectura.

Un ejemplo también universal y para mí ejemplar es el Panteón en Roma, con ese fascinante hormigón de hace más de 2.000 años; es un lugar tan emotivo. Al entrar, llegas en una atmósfera mística, te encuentras entre la tierra y el cielo, y la abertura en el techo te guía ha-cia dónde mirar y conecta ese espacio cerrado, tu refugio, con la natura- leza, el cielo, el Universo? La belleza de la lluvia o la nieve cuan- do cae en su interior es bellísi-mamente insólito. ¡Es tan impresionante pensar en el uso avanzado que los romanos pudieron hacer del hormigón -ese material natural maravilloso y aún tan incomprendido- y luego simplemente desapareció hasta el siglo XIX!

Compartir el artículo

stats