Creo firmemente en el avance progresista de la sociedad en la que vivo. En el trabajo para mejorar situaciones que, ya sea por tradición o por comodidad, no reflejan la rica diversidad social del entorno en el que vivimos. Y también estoy convencido de que el legítimo derecho a ser respetado por las singularidades de cada uno no es una conquista de un solo día. Se trata, en esencia, del resultado de muchos años de reivindicación y de lucha. Y por tanto creo que hay que mantener viva la llama de la ilusión, pero también trabajar para que el fuego que nos ilumina no se apague.

Viene esta mínima reflexión a cuento de estos días, en realidad varias semanas, en los que el colectivo LGTBI sale a la calle para reivindicar una igualdad de trato real. Una igualdad real y efectiva en oportunidades, en acceso a derechos básicos como son los servicios públicos en educación y sanidad o en el derecho fundamental al trabajo digno.

Desde el Gobierno de Canarias venimos apoyando las actuaciones de las asociaciones y las organizaciones sociales que trabajan por la igualdad real en el trato al colectivo. Con ellos y con ellas hemos recorrido un camino no exento de obstáculos para hacer ver al conjunto de los ciudadanos que si queremos, de verdad, disfrutar de una sociedad más sana y más justa, debemos afianzar los derechos sociales que se han conquistado en los últimos años desde el ámbito político y público.

Vivimos en Canarias, una tierra solidaria que desde siempre se ha caracterizado por su generosidad. Quizás porque somos una sociedad variada y diversa también hemos sido una de las primeras sociedades de todos los países de la Unión Europea en las que anidaron las reivindicaciones históricas del colectivo. Ahí están las experiencias de convivencia y diversidad logradas en las islas de Tenerife y Gran Canaria.

Nadie con un mínimo criterio histórico puede hablar del respeto y la convivencia en los países de nuestro entorno sin citar el modelo de diversidad de Maspalomas. Una zona que es un gran punto de encuentro de personas de varias procedencias, de residentes locales, visitantes nacionales y turistas extranjeros que encontraron en Playa del Inglés y en su entorno residencial turístico y de ocio un lugar de respeto a su diversidad.

En Canarias disponemos también de un sólido sector de colectivos que han trabajado con mucho empeño para lograr lo que hoy somos. Una referencia de convivencia real que va más allá de un programa de celebraciones con motivo del Día Internacional del Orgullo LGTBI, que se celebra cada 28 de junio para recordar aquella primera redada contra homosexuales ocurrida en 1969 en un barrio liberal de la ciudad de Nueva York.

Porque siendo importante este recordatorio anual, que desde el Gobierno de Canarias también apoyamos porque consideramos que esta iniciativa ayuda a conquistar una mayor visibilidad de este colectivo, también estamos convencidos de que este tipo de celebraciones y gestos de buena voluntad no son efectivos si, de forma simultánea, no se desarrollan políticas enfocadas al fortalecimiento de una cultura de convivencia y de tolerancia hacia las muchas personas que viven su afectividad de una forma diferente.

Y en este camino de compromiso estamos. Planificando, junto a la inestimable labor de divulgación para la concienciación que desarrollan todos los colectivos, una serie de actuaciones desde las administraciones públicas dirigidas no solo al respeto de las leyes que amparan y reconocen la libertad sexual. También para dotarnos como sociedad de unas herramientas que sean efectivas para garantizar de una vez que nadie, que ninguna persona, que ningún ser humano, vea menoscabado su legítimo derecho a recibir un trato igual al que reciben otros colectivos en nuestra sociedad.

Por todo esto, desde el Gobierno de Canarias alentamos el trabajo político para lograr una futura ley por la igualdad de las personas lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales, y contra la discriminación por orientación sexual o identidad de género, que actualmente se encuentra en debate en el Congreso de los Diputados. Porque será una herramienta esencial para luchar contra la LGTBfobia en nuestra sociedad.

Porque solo desde el respeto, la tolerancia y el legítimo orgullo arcoíris por la diversidad en nuestro entorno cotidiano lograremos construir una sociedad mejor y más justa.