La Provincia - Diario de Las Palmas

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AULA SIN MUROS

Adictos a las redes

Una pareja, sentados uno junto a otro, en el mismo banco de un parque no deja de teclear sus smarphones. Así permanecen, sin apenas mirarse ni decir esta boca es mía, durante cerca de tres cuartos de hora. En una sala de espera de una consulta médica se encuentran seis personas, de las cuales, cinco están concentradas en sus móviles. En un momento de la espera entra una señora y da los buenos días. Salvo el que es testigo de la escena, nadie contesta a su saludo. Las tecnologías de punta facilitan la comunicación entre gente situada en las antípodas pero impiden el saludo como lo hacían lugareños de antaño que se encontraban en el camino de sus diarios quehaceres. Un joven estudiante se comunica a través de whatsApp con una amiga situada en la parte delantera de la misma guagua. No se acerca a ver si tiene cara de sueño o qué perfume usa por las mañanas. Está perdiendo la capacidad de leer en el rostro de los otros. Es una de las conclusiones de un estudio realizado por especialistas de la Escuela de negocios de la Universidad de Nueva York.

También informa de que un 36% de los universitarios había perdido la capacidad de ser empático. Y que este fenómeno comenzó, en 2007, con la aparición de iphones y en el 2010 con los Ipads. Sin embargo de las muchas encuestas que se realizan sobre el uso de móviles y redes destaco una que puede hacer felices a mujeres y hombres mayores de 65 años. Resulta ser la gente más proclive y dispuesta a entretenerse en amoríos y volver a rememorar con sus parejas las "noches de blanco satén". Lo contrario observado en una encuesta realizada en los Estados Unidos en la que se da cuenta de que el 66% de los jóvenes y adultos se despistan, por las noches y amaneceres, con sus móviles y tabletas, por lo que han disminuido el número de contactos eróticos y sexuales. Cosa que si ocurre, justo, con los mayores más remisos o poco hábiles en el manejo de las nuevas tecnologías. Mayor preocupación despierta el estudio realizado por el psicólogo Adam Alter, profesor de la Universidad de Nueva York que, al referirse al uso indiscriminado y obsesivo de los móviles afirma que puede producir el mismo efecto que el consumo de drogas o estupefacientes. Se trata del síndrome de abstinencia o mono que, en la misma medida que lo hace el consumo de drogas, produce los mismos efectos nocivos para el comportamiento y la salud. Datos corroborados por un estudio realizado por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid en el que se constata que un tercio de las consultas pediátricas evacuadas sobre niños y adolescentes corresponden a problemas relacionados con los móviles y las redes. Entre los indicadores observados por el personal sanitario se informa de problemas de sueño, concentración, rendimiento escolar y aislamiento social.

Lo de la concentración lo han tenido muy en cuenta autoridades niponas que, no recuerdo en qué ayuntamiento y ciudad del Imperio del sol naciente, ante el peligro de despistes de la gente concentrada en sus móviles y tabletas, ha decidido señalar con luminarias el suelo de los pasos de cebras. Si a esto añadimos la manía de grabar, con las cámaras de los móviles, por parte de alumnos adolescentes, escenas de peleas e inmisericordes acosos a la entrada o salida de las clases se explica que Asociaciones de padres de Dinamarca, uno de los países nórdicos, como siempre adelantados en preservar el bien público y gastar en educación lo que se ahorra en evasiones fiscales y corruptelas, se planteen la prohibición del uso de móviles a menores de 10 años. A tener en cuenta en el Gobierno de Canarias que propone y aprueba programas contra el acoso escolar en las aulas. Pero las medidas preventivas comienzan por la educación en hogar y familias. Entre otras la de promover la conversación sosegada y mirarse a la cara para lo que hay quienes imponen una medida disuasoria original: obligan a sus hijos a dejar los móviles apagados o fuera de las cocinas o comedores a la hora de sentarse en la mesa. Lo expresó un joven que llamó a un programa de gran audiencia de una emisora de radio cuando, hace unos meses, las redes se quedaron mudas por una avería del sistema. En un arrebato de sinceridad y espontaneidad dijo haberse dado cuenta de que tenía una familia maravillosa.

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