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REFLEXIÓN

El Museo Canario y la Institución Libre de Enseñanza

Nos levantamos tendiendo al viento la enseña victoriosa de la libertad de enseñanza, como un nuevo derecho conquistado". Laureano Figuerola, discurso de la sesión inaugural de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) de 29 de octubre de 1876. El primer artículo de sus Estatutos autorizados por Real Orden de 16 de agosto de 1876 señala que "se constituye una Sociedad cuyo objeto es fundar en Madrid una Institución Libre de Enseñanza consagrada al cultivo y propagación de la ciencia en sus diversos órdenes". Entre sus accionistas figuran Eufemiano Jurado Domínguez, único canario que participó como socio fundador de la ILE, y que fue también socio fundador de El Museo Canario y miembro del Ateneo y del Liceo de Las Palmas, y Salvador Calderón y Arana, doctor en Ciencias Naturales y catedrático de Historia Natural (suspenso) del Instituto de Las Palmas, quien, aunque no fue socio fundador del museo, sí colaboró en su revista.

Muestran estas relaciones los importantes vínculos que existían entre los propagadores de la ciencia en nuestro país, ya que los accionistas o partícipes en la fundación de la ILE procedían de las principales ciudades y pueblos de España. Resulta asombroso cómo pudieron coordinarse y reunirse tantas personalidades teniendo en cuenta las dificultades de comunicación y de relación de la época, no inferiores ni mucho menos a los prejuicios sociales, políticos y religiosos que tuvieron que superar para crear una entidad de tan fundamental influencia.

Salvador Calderón iniciaba su artículo "Las rocas de Canarias" con la siguiente frase: "Perfeccionar, profundizar, analizar más y más cada vez persiguiendo los problemas infinitamente grandes de las causas primeras es la obra de la ciencia", y Víctor Grau-Bassas en su primer artículo en la revista El Museo Canario, "Una excursión por la Gran Canaria", se dirige al hombre de ciencia y al viajero investigador: "En estos breves apuntes sólo me propongo indicar al hombre de ciencia y al viajero investigador los lugares que en esta isla merecen fijar su atención".

La creación de la Sociedad Científica El Museo Canario contribuyó a los fines del cultivo y la propagación de la ciencia en sus diversos órdenes y, de la misma forma que ocurría en la península con las excursiones de Francisco Giner de los Ríos, los fundadores del museo salieron extramuros y, apoyándose en los avances de los conocimientos y como científicos, exploraron los recursos naturales, la geografía, la vida de los habitantes de la isla y su historia, contándolo después en su revista. Agustín Millares, fundador del museo, en el artículo "Recuerdos históricos. El castillo de Santa Ana", lo describe así: "Centinela avanzado de la Ciudad de Las Palmas se levantaba a fines del Siglo XVI, sobre un arrecife que el mar con sus olas batía, un torreón de irregular figura que cerraba, como anillo de hierro, la muralla que desde el estribo norte de la montaña de San Francisco bajaba hasta la playa".

Hasta hace pocos años para leer esta revista del museo y otras publicaciones había que acercarse a El Museo Canario o solicitarlas a algún coleccionista. Hoy son accesibles a través de la web del museo, entidad que atesora riquezas arqueológicas, culturales y etnográficas del pasado aborigen y de nuestra época histórica, aunque su patrimonio y el trabajo acumulado por sus directivos y socios lo han convertido en mucho más que un museo, pues su hemeroteca, sus libros y sus fondos documentales resultan capitales para acercarnos al conocimiento de lo acontecido en Gran Canaria en múltiples manifestaciones sociales. Y siempre con el marchamo científico, lo que imprime un sello de rigor y veracidad.

Personalmente descubrí el museo por su hemeroteca y me sorprendió encontrarme un pasado insular que parecía que estaba en un limbo, si es que había existido (en algún tiempo, en historia se pasaba de la conquista de las islas directamente al presente, con referencias muy difusas a Viera y Clavijo), porque en época de periódicos planos de noticias, limitadas por ausencia de la libertad de expresión y de la libertad política, el museo guardaba en su hemeroteca una intensísima vida política y periodística reflejada en cientos de periódicos locales coleccionados, archivados y custodiados, que son monumentos locales de la libertad de expresión y política, como, por ejemplo, el semanario satírico La careta. Pues bien, aquel limbo se halla en la calle Doctor Chil esquina a Doctor Verneau, y mantiene una inmensa puerta que lleva mucho más allá de nuestro período histórico, conduciéndonos al conocimiento del pasado de la vida insular, de sus protagonistas, de sus acontecimientos, de su geografía, con la fortuna de que la sociedad científica El Museo Canario ha ido recogiendo, documentando, estudiando y escribiendo sobre muchos materiales que dan testimonio e informan, fundamentalmente, de la historia de Canarias.

Para quienes buscan un dato de estas islas, una circunstancia que les permita entender un hecho o los motivos de un acontecimiento, o para aquellos que, simplemente, cuando contemplan un paisaje y se les presentan múltiples accidentes naturales o artificiales, desean interpretarlos, explicárselos, y carecen de suficientes medios o tienen dificultades para alcanzarlos, resulta muy gratificante hallar facilidades, trabajos previos ya realizados, documentación o instrumentos para satisfacer su curiosidad, y donde más probabilidad de respuesta hay es en El Museo Canario.

Tratar de descubrir Gran Canaria implica un cierto trabajo, pues en muchos aspectos, además de extenso continente en miniatura, parece que la isla se transforma a gran velocidad, mezclándose muchos pasados, por lo que son precisas marcas claras que permitan fijar los hechos y acontecimientos, y ahí está el museo, para reencontrar lo que ya estaba. En estos tiempos de gran difusión de la selección de Risco Caído y las Montañas Sagradas para ser incluidos en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, el libro Viajes de exploración a diversos sitios y localidades de la Gran Canaria, verificados de orden y bajo la dirección del Museo Canario, de Víctor Grau-Bassas y Más, resulta una obra precursora que casi 130 años antes aportó un testimonio de valor extraordinario de la vida aborigen para su preservación.

El Museo Canario y la ILE, instituciones casi simultáneas, promovieron el contacto directo con la naturaleza desde la observación científica. El esfuerzo de sus fundadores y de los continuadores de su obra ha permitido acumular saberes necesarios para la construcción de una explicación sobre lo que somos y la particular sociedad en que vivimos. Ahora es mucho más fácil conocer el museo gracias a su página web, aunque si tiene usted ocasión, visítelo, y, si le interesa, hágase socio, lo que contribuirá a mantener su gran legado. Traspasar la inmensa puerta y ser socio de El Museo Canario le hará sentir un gran orgullo de pertenencia.

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