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Tierra, Tatooine y Zamora

Si Tatooine, el desértico y ficticio planeta de La guerra de las galaxias famoso por sus carreras de vainas, se llamara "Albacete", seguro que a los espectadores españoles nos costaría suspender la incredulidad al ver a Annakin Skywalker ganar una carrera. Es lo que ocurre con Zamora, el reino ficticio de los relatos de Robert E. Howard protagonizados por Conan. ¿No chirría un poquito imaginar a Conan el bárbaro en Zamora, del mismo modo que no habría manera de creerse a Annakin Skaywalker en Albacete? No sé si los tunecinos se pueden quitar de la cabeza cuando ven La guerra de las galaxias que Tatooine es una región del sur de Túnez, pero a los españoles nos resultaría imposible tomarnos en serio La guerra de las galaxias si uno de los planetas se llamara "Albacete". Y, sin embargo, el planeta donde se desarrolla El planeta de los simios es el planeta Tierra, y nada chirría, ni dejamos de creer que los simios son de un planeta rarísimo aunque todos hablen inglés. Durante el rodaje de El planeta de los simios, Charlton Heston estaba convencido de que la película sería algo más que una diversión. Aunque no deja de ser gracioso que 13 TV, una cadena propiedad de la Conferencia Episcopal, promocione la emisión de la saga original de El planeta de los simios, está claro que Heston tenía razón y las aventuras del humano Taylor en un planeta que es el nuestro dominado por los simios son algo más que puro entretenimiento. No es lo mismo que el planeta de los moradores de las arenas se llame Tatooine que Albacete, y para nuestro oído sería mejor que la Zamora de Conan se llamara Arcadia, Atacama o Kalahari. Pero la Tierra de El planeta de los simios tiene que ser la Tierra en la que vivimos, y no el planeta Soror de la novela de Pierre Boulle en la que se basa la película. Soror es un nombre tan sugerente como Tatooine, y Tierra es tan cotidiano como Zamora. Pero El planeta de los simios tiene que ser la Tierra y no Tatooine, ni Soror, ni Mongo. Los simios somos nosotros, como bien entendió Taylor en aquella playa en la que asomaban los restos de la Estatua de la Libertad.

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