La bonificación del 75% de los billetes aéreos y marítimos entre islas es lo más parecido a lo que Adán Martín llamó "la autopista" para crear región y cohesionar. El malogrado político ejecutó mentalmente una ruta interinsular para superar barreras económicas y para agrandar el horizonte de los isleños, muy entregados al ombliguismo por barrios, pueblos, parroquias, equipos de fútbol y bares. La debilidad del PP para conformar una mayoría para sacar adelante los presupuestos ha permitido, por tanto, cimentar una reivindicación sustanciada en el apoyo del voto 176 de Pedro Quevedo a Rajoy. No sabemos si en Madrid son conscientes del significado que para la población del Archipiélago tiene la nueva medida, a la que hay que calificar, sin duda alguna, de verdadero aldabonazo para el bienestar de los isleños. Las cifras de ventas de billetes consumadas tras la puesta en vigor del descuento demuestra el tamaño de la aspiración. Pero no solo son ganas de salir de vacaciones, que también las hay, sino todo lo que acarrea un movimiento permanente que acrecienta la economía a pequeña y a gran escala. La islas no pueden mantener en el tiempo su discurso cantonalista, aferradas a un cierre de fronteras, y en la mayoría de las ocasiones reproductor del viejo debate de la pugna entre territorios grandes y pequeños. La avalancha de ciudadanos -no todos van en condición de turistas- que cogen los aviones y barcos resulta clave para la apertura de las mentalidades, sobre todo para fomentar intercambios que aumenten la riqueza, el conocimiento, la cultura, la movilidad laboral, el acuerdo... Hay que acabar con la ignorancia que presume de su fino analfabetismo con lo que ocurre más allá de su terruño, aunque en un día de cielo claro y transparente para poder ver el Teide y La Gomera.
