Podemos no está dispuesto a transigir con el pragmatismo de NC, que lleva como estandarte "gato blanco, gato negro, qué más da; lo importante es que cace ratones", frase con la que Felipe González retomó a Deng Xiaoping para quitar peso a lo de ser derechas o de izquierdas. Noemí Santana, por los morados, rechaza la cacería del diputado Pedro Quevedo, socio en el Ayuntamiento de LPGC, y se ha puesto plenipotenciaria para anunciar que dejará al socialista Hidalgo en minoría si el quevedismo hace de las suyas apoyando al PP en el techo de gasto para 2018. Román Rodríguez y su fiel escudero acaban de hacerse con un ratón de envergadura con la bonificación de los billetes entre islas, pero el voto 176 que dieron a cambio de ello -presupuestos generales- cada vez los hace menos digeribles. El jefe de la cacería llamó a Pablo Iglesias godo, y ahora el líder podemita se pregunta qué demonios hace sentado al lado de Quevedo en el gobierno de la corporación capitalina. NC y su da igual que el gato sea negro o blanco va camino de ser una bomba fétida: Doreste no ve relación entre la cacería de Madrid y el grupo de gobierno de LPGC, por lo que -supongo que habla como portavoz de sus otros tres concejales- se ve resistiendo en sede municipal. En una de estas acaba el tema en pleito con la sigla matriz. Pero el gato tiene abiertos más contenciosos tóxicos. Mientras Sánchez entiende el pragmatismo de Quevedo y consagra su libertad de voto, en las Islas, con un proceso de primarias abierto, López Aguilar, uno de los aspirantes, pone en letra mayúscula en su programa descartar alianzas electorales con candidatos interesados a los que luego les da igual el color del minino al que se arriman. La pinta es que NC se hace un lío, y se atraganta con el tamaño de los roedores que se echa a la boca. Y no solo eso: el PP exhibe el voto 176 como un trofeo.
