No hay nada más que acudir a una cita del Hospital de Día del Negrín para enfermos de cáncer para conocer la saturación de los médicos, y hasta alguna protesta de los acompañantes de los pacientes -muchos con secuelas visibles por los tratamientos de quimioterapia- por los retrasos de hasta dos horas en las citas. Los enfermos y sus familiares se muestran, en la mayoría de los casos, resignados ante las largas esperas, y hasta creen que ello es irremediable, que forma parte del sistema sanitario público. ¿Son conscientes los gestores de lo que sufre un paciente afectado por una bajada de defensas, los mareos que padece, la desmotivación de su mente? Imagino que sí. Deberían de abordar algún tipo de plan, de solución, para agilizar un servicio colapsado por la falta de médicos. Los especialistas están desbordados. Pese a las circunstancias y al sobreesfuerzo que realizan no escatiman en dar el máximo posible de información, y hasta piden disculpas. El cáncer se eleva poderoso sobre la salud de las personas. Curarlas y asistirlas no debe ser un trámite. Hacen falta métodos creativos.