Ya sabemos que el lenguaje de los políticos-as de oficio, además de estar lleno de frases hechas, promesas vagas y tópicos demagógicos, suele coincidir bastante poco con la realidad (lo que ahora llaman "posverdad"). Pero una cosa son los cuentos que nos cuentan (que ni ellos mismos se creen) y otra las cuentas, amigos. Esto de falsear las cuentas del Festival de Música, como ha demostrado claramente la auditoría que se les ha realizado, es muy grave.
Según tal auditoría, y como señala la prensa del 16 del presente mes de julio, la consejera Doña María Teresa Lorenzo falseó las cuentas, y mintió descaradamente en su valoración del 33 Festival de Música de Canarias. Mintió en el gasto que se hizo; mintió en el número de espectadores que asistieron; mintió inflando los datos; mintió en el déficit por desvíos y por mala gestión? Y todo para que le cuadrada el cuento que nos contó a través de su Director el Sr. Benigno (Nino) Díaz, quien nos anunciaba desde junio del 2016 la maravilla del cambio de modelo que iban a hacer, hacia un festival que decía innovador y abierto a un público amplio que por fin iba a poder asistir a tal evento al bajar el precio de las entradas (¡Y tanto que los bajó: como que se regalaron el 26,12% de ellas según la auditoría! )
Muchas y muchos aficionados, melómanos, músicos y gestores con experiencia en el tema llamamos la atención sobre el probable desastre que se iba a producir con este nuevo modelo. La experiencia de tantas ediciones exitosas y la labor de la última directora que reflotó la última edición cuando estaba decayendo, aconsejaban seguir la línea de Candelaria Rodríguez, suficientemente capacitada para dirigir el festival tanto por su preparación como por sus contactos y su dominio de los idiomas. Pero el Sr. Nino Díaz culpa del fracaso de la última edición a que, entre esta y la anterior, "se abrió una brecha? porque fue instrumentalizado por los defensores de otros modelos que se empeñan en politizarlo" (declaraciones a El Día). Pero politización fue la de CC, que se empeñó en poner a gente de su cupo sin experiencia alguna en el tema. Pues ¿no están él mismo y la Consejera ahí por criterios políticos?
Seguro que la Sra. Consejera tiene preparación, criterios y oficio sobrados en áreas diversas, pero lo que está claro es que NO lo tiene para organizar festivales ni para elegir a sus colaboradores en este campo. Y seguro que el Sr. Díaz puede ser un exitoso compositor y aclamado artista, pero en el papel de director no se ha lucido. Nos pueden contar los cuentos que quieran, antes y después del Festival, sobre las excelencias del nuevo modelo y lo desagradecido del público y la politización de la que han sido víctimas, pero la realidad es que ha sido un rotundo fracaso.
Y si los cuentos han resultado de risa (por no decir penosos), las cuentas son de vergüenza. No solo por el déficit que hemos de pagar todos, sustrayendo dinero de otras partidas necesarias, sino por las mentiras de la Consejera. Y si el Director debería irse con sus cuentos -y su música- a otra parte, la Consejera debería ser consecuente con sus actos y con sus mentiras, asumir su responsabilidad como persona adulta y dimitir, alejándose de cualquier actividad pública porque sospechamos que, en cualquier otra parte, tampoco le saldrían las cuentas