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Becarios: Guía de uso

Los juncos lo susurran. Los cuervos lo proclaman. Se escucha el murmullo durante el atardecer. Sí, ya ha llegado ese momento del año en el que las empresas reciben la llegada de una nueva especie animal: el becario común. Tan esperados como desconocidos, estos individuos pueden presentar distintas dimensiones y pelajes. En cualquier caso, su adaptación a la fauna local no siempre es sencilla. Para facilitar la buena convivencia entre los moradores habituales de la oficina y las incorporaciones más recientes, he considerado adecuado reunir una serie de conceptos básicos sobre el becario que pueden resultar de utilidad durante este periodo de estío.

1. Los becarios tienen alma. Aunque durante largo tiempo se pensó lo contrario, los últimos estudios señalan que los especímenes en prácticas poseen la misma condición de humanos que los sujetos con contrato y vacaciones pagadas. Esta cuestión debe tenerse en cuenta a la hora de hablar peyorativamente de un becario que esté presente en la conversación. El becario sufre igual que el resto de criaturas de este mundo y decirle que es un inútil posiblemente le provoque pupa en su corazoncito. Obviamente, si no realiza sus tarea de forma correcta deberá corregirle e incluso amonestarle, pero trate de no dirigir su ira asesina contra un chaval que intenta abrirse camino.

2. Un becario no es un juguete. Si no puede proporcionarle condiciones laborales dignas, quizás deba renunciar a tener uno en propiedad. No se trata de una especie excesivamente delicada (de lo contrario ya se habrían extinguido todos), pero sí requiere ciertas atenciones. Por ejemplo, resulta recomendable que cuente con una remuneración suficiente para comprar el pienso y la alfalfa que necesite. También se aconseja asignarle una jornada laboral de menos de 18 horas para que pueda descansar correctamente. No someta a su becario a abusos inhumanos, él nunca lo haría.

3. Excepto en raras ocasiones, el becario que se incorpora a su entorno de trabajo conoce la lengua de la fauna local. Hable con su becario, hágale sentir parte de la comunidad, reconozca su existencia como interlocutor válido. Los estudiantes en prácticas suelen ser seres amigables y agradecidos, seguro que corresponden con creces a sus muestras de cariño. Apréndase su nombre, ya verá lo rápido que responde cuando le llame.

4. No olvide que el becario es un recién llegado en proceso de aprendizaje y no una versión barata de un trabajador cualificado. Seguramente haya múltiples tareas que todavía no sepa ejecutar o que realice de forma incorrecta. No desespere, no entre en cólera. El becario irá adquiriendo conocimientos hasta que sólo se le pueda distinguir del resto de empleados por un detalle: los derechos laborales.

5. Aunque los becarios se sientan cómodos acompañados de otros múltiples becarios, su ecosistema óptimo es un plantilla compuesta por empleados con contratos dignos. Así su becario podrá beneficiarse de la sabiduría y el buen hacer de los profesionales ya formados. No compense los despidos masivos introduciendo un tropel de estudiantes. Los cachorros, por muy espabilados que sean, necesitan observar a ejemplares más experimentados para poder desarrollar sus habilidades de forma completa. Espero que esta guía le ayude a conocer más a fondo la apasionante figura del becario y se anime a poner en práctica los consejos aquí expuestos.

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