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Alguien apoya a Maduro

El histriónico presidente de Venezuela se va salvando de sanciones internacionales porque ningún país ni organización quiere agravar las penas y carencias de un pueblo que ya sufre el castigo de un dirigente fracasado en todos los frentes de gobernación interior y relaciones exteriores. Si el caudillo Chávez levantase la cabeza sentiría vergüenza del esperpento que Maduro ha hecho del chavismo, y también del golpe de Estado contra el Estado que este personaje prepara con una asamblea constituyente que invalide el parlamento elegido por el pueblo. Todo gobierno de naturaleza militar es incompatible con la democracia, como se ha demostrado hasta la saciedad; pero un gobierno militar sin militar al mando es un chiste siniestro.

Lo que dure este fantoche, que empieza a vestir uniforme castrense, depende de lo que aún quede del verdadero ejército venezolano, extrañamente pasivo mientras las "brigadas chavistas" suplantan su imagen blindando al predictador. Más allá de la no-política del inepto, el conflicto "pacífico" en las calles, con una intensidad opositora que aumenta exponencialmente a lo largo de los meses, ya se ha cobrado un centenar de muertos y tiene ante sí el fantasma de una represión armada e indiscriminada. La resistencia de los demócratas es admirable. Pero ellos no están armados ni apuntarían si lo estuvieran contra sus conciudadanos. Más de cuatrocientos presos políticos siguen encarcelados, para rematar un cuadro de desdicha en el que solo falta la hambruna, inminente según dicen.

Ojalá que fuera posible un diálogo para negociar la paz, con renuncia del que la está poniendo en peligro. Lo merece la sociedad venezolana, infinitamente más digna y respetable que los gobernantes que la saquean y empujan a la miseria, actuales y pretéritos. Pero si no es posible, la presión para la renuncia de Maduro debe hacerse más efectiva, con garantías para todos y cada uno de los ciudadanos que exigen libertad y respeto a la legalidad representada por el parlamento que el predictador intenta suplantar y, con ello, eternizar el conflicto. Garantías de seguridad personal y de abastecimiento de las necesidades elementales para sobrevivir al marasmo de una dictadura aislada del mundo y repudiada. Chavista contra Chávez y populista sin pueblo, Maduro estorba y sobra. Y conviene precisar quién sigue apoyándole -de manera explícita o vergonzante- en la escena global.

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