La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

REFLEXIÓN

El derrumbamiento

No sé qué hubiera pensado Karl Kautsky, padre de la socialdemocracia, sobre la reciente decisión del galo Benoît Hamon de abandonar el Partido Socialista porque, a su manera de ver, "hay que superar el socialismo". Ignoro con qué palabras hubiera descrito la situación en su conjunto, pero de lo que no dudo ni por un momento es de que estarían invadidas por un sentimiento de derrumbe moral y político. Un sentimiento contra el que luchó denodadamente, incluso en sus intervenciones en la Segunda Internacional. Públicamente, esta es la cruz de los que se confiesan "socialistas" en la Francia de la V República. Un enigma y, a la vez, un claro indicio de que el espíritu del tiempo ha girado en una dirección insospechada, al menos para los que se identificaban con unas siglas que han quedado inesperadamente al margen de la historia.

El enigma lo protagoniza la militancia, ya que se ha dispersado entre varias opciones políticas emergentes, desde la radical de Melenchon hasta la socioliberal de Macron. Sin embargo, aún más importante que la readscripción política de los antiguos afiliados, es la presencia y sentido de la socialdemocracia en el Estado francés y, por extensión, en el continente europeo. Con las reservas que se quiera, el agotamiento del discurso y la falta de liderazgo han conducido a que el socialismo se asocie con el hedor de la podredumbre, con un cadáver del que uno no desea más que apartarse por pura profilaxis. Esto es lo que han decidido al alimón Hamon y el antiguo ministro del ejecutivo de Hollande, Manuel Valls, ahora en las filas de En Marcha. En lo personal, hasta llega a entenderse semejante cambio de criterio, pero, en el terreno de las convicciones, esta decisión avala la escasa densidad ideológica de los dirigentes socialistas. Lo he reflejado en columnas previas y, justo en este instante, lo extiendo al caso francés. La hipocresía de las élites socialistas, a un lado y al otro de los Pirineos, ha llevado a una ideología centenaria a su completa disolución, a la ruina política en términos representativos. Y no ha sido por la acción de agentes extraños a la propia dinámica de la formación, sino por el cansancio y el desgaste ocasionados por unos individuos que, con su voz y actitudes, traicionaban de continuo la honestidad y el mensaje de la doctrina clásica. Como en la vieja anécdota protagonizada por el mismo Marx, que, a la pregunta de qué ideas abanderaría si hubiera nacido francés, contestó: "No lo sé, pero seguramente no sería marxista". Y esa es la particular razón de Hamon: si creo un partido de izquierdas, será de todo, menos socialista. Et voilà!

Juan Francisco Martín del Castillo.

Doctor en Historia y Profesor de Filosofía

Compartir el artículo

stats