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Motores eléctricos

Se habla mucho últimamente de los coches equipados con motores eléctricos, a los que pertenece al parecer el futuro.

Los motores de combustión interna tienen fecha de caducidad ya en algunos países aunque la poderosa industria alemana del automóvil parezca no haberse enterado.

No ya sólo los norteamericanos, con Tesla, sino que chinos y suecos se han adelantado a los fabricantes germanos, sacudidos últimamente por el escándalo del trucaje de los motores de diésel.

Por lo pronto, la sueca Volvo, que es propiedad desde 2010 de la china Geely, está fabricando ya híbridos, lo que se considera una solución intermedia, y a partir de 2019 ninguno de los que fabrique tendrá motor de combustión.

Volvo vende ya medio millón de vehículos al año y, según su presidente, Hakan Samuelsson, pretende llegar a los 800.000 en 2020. Durante algún tiempo habrá las dos variantes: híbridos y eléctricos, y dependerá de los clientes el que se acelere la transición a los impulsados únicamente con electricidad.

Samuelsson no cree en el futuro del diésel: es posible hacer motores de ese tipo menos contaminantes que los actuales, pero cada vez será más complicado e implicará mayores costes.

Volvo confía sobre todo en el mercado chino: el año pasado, los ciudadanos de ese país compraron la mitad de todos los coches eléctricos que se vendieron en el mundo.

El fabricante sueco esté construyendo allí su tercera planta en colaboración con sus nuevos propietarios chinos.

Samuelsson cree que puede producirse en el futuro un cambio de modelo comercial de modo que los clientes no compren sus automóviles sino que simplemente se abonen como quien se abona a un teléfono móvil.

Y así habla de un proyecto piloto que se está llevando a cabo ya en Estocolmo consistente en una tarifa plana que incluye inspecciones, cambio de neumáticos, el seguro e incluso el combustible.

Por una cantidad mensual, el cliente tendrá cada dos años un nuevo vehículo, explica Samuelsson, quien no explica qué se hará con los ya usados.

La gente, dice el sueco a modo de explicación, alquila ya automóviles en régimen de leasing y luego los devuelve pasado cierto tiempo.

Hoy, los coches con motor de gasolina o de diésel se revenden y se siguen conduciendo muchas veces, sobre todo en los países pobres, hasta que están casi listos para el desguace.

Pero ¿cuál será el destino de los eléctricos teniendo en cuenta que en muchas partes no habrá estaciones públicas de recarga de baterías?

A todo ello hay que añadir el hecho de que la electricidad que necesitan esos automóviles tiene que salir de alguna parte y que en muchos lugares será del carbón u otras energías sucias.

A lo que se suman otros impactos medioambientales negativos como los derivados de la extracción del litio para las baterías.

Se calcula que en la fabricación de un coche eléctrico se genera un 68 por ciento más de emisiones contaminantes que en las de un ve-hículo tradicional. No es, pues, oro todo lo que reluce.

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