La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tropezones

RNT

Hace ya unos años pude vérmelas por primera vez con la "Rasante Natural del Terreno" a raíz de una compra, con un amigo, de un solar en una urbanización del sur. La situación, en lo alto de un acantilado asomado sobre la playa, nos parecía ideal. Creo que las normas permitían dos plantas sobre rasante, aunque nada se decía de tolerancia de sótanos. Por razones que no vienen al caso, no pudimos culminar la compraventa del terreno adquirido finalmente por un importante constructor de la zona, que inició las obras de inmediato.

Cuál no fue nuestro asombro al constatar cómo dicho promotor se comía un gigantesco bocado del acantilado desde la coronación hasta la mismísima playa, sacándose de la chistera no dos, sino siete plantas de edificación, conformando a su terminación un hotel de 4 estrellas con salida directa a la arena.

Pero este hábil malabarismo en la interpretación de rasantes naturales no parece ser privativo de constructores imaginativos: veamos por ejemplo el caso de nada menos que el presidente Trump, que fue conminado por la justicia a rebajar en 3 m la altura de un mástil de 25 m en su residencia de Palm Beach, al contravenir las ordenanzas de la comunidad. Conviene reseñar que tal resolución se adoptó como una gran concesión a las recurrentes quejas y denuncias de los vecinos.

Pero Donald Trump, a la sazón un simple millonario de la urbanización, es un hombre de recursos; así que ni corto ni perezoso mandó cercenar del asta los preceptivos 3m, pero modificando posteriormente la rasante natural del terreno, hasta conseguir un montículo de unos 3m sobre los que asentó su mástil, con lo que la bandera con el logo de su estirpe terminó ondeando finalmente a la altura prevista por el magnate.

Se me ocurre otro ejemplo, sacado este de los anales de la historia del siglo XVIII, con ocasión del sitio a Cartagena de Indias por parte de la flota británica, defendida la plaza por el heroico general Don Blas de Lezo. En el decisivo asalto al castillo de San Felipe las tropas inglesas, orientado su avance por las indicaciones de dos falsos desertores, astutamente colados al enemigo por el general español, se aprestaron a colocar sus escaleras al pie de la muralla. Pero Lezo había tomado ya sus medidas, remodelando a su gusto la rasante natural del terreno. Al haber excavado una zanja de dos metros de hondo en el perímetro de las fortificaciones, las escaleras del enemigo se quedaban cortas en esos mismos dos metros, incapaces de alcanzar el borde de la muralla del castillo, desde cuyas almenas pudieron los sitiados hartarse de arrojarles impunemente piedras, balas de cañón y hasta aceite hirviendo.

Resumiendo el balance del sitio de Carta-gena, los tres mil doscientos hombres del almirante inglés Vernon habían sido vencidos y humillados por ochocientos exhaustos españoles e indígenas en una de las mayores derrotas de la nueva Armada Invencible in-glesa, cuyos 180 navíos fueron incapaces de desalojar a Blas de Lezo de su inexpugnable fuerte.

Por lo que se ve, alguna vez sí que parece estar justificado adulterar la Rasante Natural del Terreno; sea como sea, y aunque no cuente yo con los recursos de un presidente Trump o de un general Blas de Lezo, la próxima vez que me tiente un solar no habrán caído en saco roto las estratagemas propuestas por estos señores, a la hora de manipular la R. N. del T.

Compartir el artículo

stats