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EDITORIAL

El mejor destino para el Hotel Santa Catalina

La capital grancanaria dispone de un hotel singular que comparte con el de Santa Brígida el título de más antiguo de Canarias, un establecimiento que forma parte de una especie de inmuebles que va desapareciendo del mundo hotelero cuya historia abarca tres siglos y en cuyas instalaciones se han alojado destacados personajes de todos los ámbitos, desde monarcas y presidentes de numerosos países hasta estrellas de Hollywood, todo ello dentro de una construcción que mantiene el encanto de una arquitectura palaciega que en su origen fue de madera y que tras la reconstrucción en los años cuarenta se convirtió en el gran hotel de la Isla por el que hoy pugnan los grupos turísticos más importantes para hacerse con su gestión.

Las Palmas de Gran Canaria tuvo dos grandes épocas de esplendor turístico, la que discurre entre finales del XIX y comienzos del XX (turismo de salud y desarrollo portuario), con 13 hoteles cuando la población apenas alcanzaba los 60.000 habitantes, y la del turismo de sol y playa, principalmente escandinavos, entre las décadas de los años 50 y los 70 del siglo pasado. En estos episodios, el Santa Catalina tuvo el protagonismo principal.

Sin embargo, en el presente, la ciudad tiene un importante déficit de alojamientos. La desaparición de camas turísticas en la capital comenzó en los años 70, aunque en la última década se frenó la tendencia. Pese a que ahora se ha observado una tímida recuperación, durante estos cuarenta años desapareció la gran oferta de la que disponía la capital, trasladándose al Sur los mejores alojamientos, con la consiguiente pérdida de atractivo: crisis de la ciudad como gran bazar y como sede ferial, a pesar de mantener una intensa actividad cultural, con un casco histórico único (a pesar de que no se aprovechó para Patrimonio de la Humanidad, como La Laguna), y una oferta de ocio muy atractiva.

En la actualidad, la capital grancanaria no anda sobrada de emblemáticos establecimientos hoteleros. Sigue siendo un destino secundario frente al sur de Gran Canaria, con un declive que si al menos se ha frenado todavía no ha podido recuperarse a pesar de existir una importante demanda en crecimiento desde la crisis de las primaveras árabes en la vertiente mediterránea del continente africano. De ahí que entre 2016 y 2017 el número de pernoctaciones en la capital se haya incrementado en un 20% hasta alcanzar las 1.280.000 (sin contar la vivienda vacacional), un aumento espectacular en una ciudad en la que tan sólo se dispone de unas 7.500 camas turísticas de las que 1.400 son extrahoteleras, repartidas en 61 establecimientos (incluidos hoteles rurales, casas emblemáticas y pensiones) y en 20 edificios de apartamentos. Poco que ver con las 14.083 plazas hoteleras y 8.234 extrahoteleras que tuvo la capital insular en 1984.

El Gobierno local de Las Palmas de Gran Canaria se replantea, en estos momentos en que los vientos turísticos soplan a favor, cuál ha de ser el mejor destino que tan simbólica edificación, como es el Hotel Santa Catalina, debe representar en adelante, como una referencia de prestigio, exclusividad y calidad de la ciudad.

La convocatoria por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria del concurso para adjudicar la explotación del Hotel Santa Catalina, que concluye el viernes, ha atraído el interés de los más importantes grupos hoteleros de España, tanto por hacerse con un singular inmueble como por incrementar la oferta de camas para dar cabida a sus clientes. El 18 de agosto finaliza el plazo para presentar propuestas para este símbolo de la actividad turística. Un concurso que tiene no sólo que ver con el futuro del hotel, sino que incluye además el Club de Tenis y el conjunto deportivo en torno a la piscina Julio Navarro, aspectos que para las empresas turísticas suponen una motivación extra al ir la propuesta acompañada de algo más que la mera explotación hotelera en un entorno privilegiado de la ciudad. El ejemplo más próximo y con una trayectoria histórica similar ha sido el del Hotel Mencey en Santa Cruz de Tenerife, convertido en uno de los referentes de calidad de la cadena Iberostar.

La inmejorable situación del emblemático edificio del Hotel Santa Catalina, ubicado entre la ciudad y el Puerto, en un entorno singular, rodeado de los mejores jardines de la capital, que en su momento recibió por su arquitectura y servicios el título "del mejor hotel de Europa", es un proyecto que tendría que adaptarse a los actuales tiempos con nuevas funciones sin que por ello perdiera su singular carácter e historia.

De su última época, que arranca con su construcción de 1952, a los años noventa, en que se incorporan nuevos espacios, la edificación constituye hoy una de las más importantes joyas del mobiliario urbano al que probablemente no se le ha dado la relevancia que en realidad debe merecer. Su arquitectura, de una inmejorable factura señorial canaria, con los valiosos frescos de Jesús Arencibia, que decoran la mayoría de sus paredes, realizados en el mejor momento profesional de este consagrado artista, las esculturas y tallados de Eduardo Gregorio López y los amplios y hermosos salones y terrazas cubiertas, que permiten celebrar cualquier evento a lo largo del año, con una amplia capacidad para ofrecer todo tipo de servicios, convierten a este amplio conjunto, por su capacidad y prestaciones, en un edificio único en Canarias.

Es indudable que el inmueble se tiene que convertir en una referencia para Canarias como ya son emblemas hoteleros establecimientos similares en otras capitales españolas, como el Alfonso XIII de Sevilla, uno de los hoteles de lujo más prestigiosos del mundo desde 1929, ubicado junto a los Reales Alcázares y la Catedral, en el histórico barrio de Santa Cruz. También reformado recientemente, es una majestuosa obra de arte y un emblema para los viajeros y los propios sevillanos; o bien, el Hotel María Cristina de San Sebastián, un alojamiento de cinco estrellas, un lujoso hotel barnizado con el glamour de las estrellas del cine. Dos ejemplos a los que debe aspirar el Santa Catalina sin complejos, con todo su patrimonio y su historia.

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