Me sumo al debate social que ha generado la nefasta iniciativa del Gobierno de Canarias de incluir los e-Sports (en adelante videojuegos), como modalidad deportiva bajo el paraguas de la cobertura que le puede dar la Ley Canaria del Deporte.

Como premisa, quiero expresar que no tengo nada a favor ni en contra de los videojuegos, pero si se desean regular no debe hacerse como modalidad deportiva sino donde corresponda como un juego electrónico, y por su naturaleza y finalidad, es improcedente la denominación que ostenta, que llama a confusión y engaño. Quizás videojuegos o egames sería más pertinente. En todo caso, no es cuestión que a mí me compete pero sí lo contrario: subrayar cómo no deben llamarse porque no son nada de lo que se pretende atribuirles y de regularse, que sea como una Ley Digital tal como ocurre en Francia.

No tratamos ahora de la denominación de esas prácticas lúdicas sino de su naturaleza y si deben ser o no en su conjunto una forma de modalidad deportiva. No puedo obviar un primer argumentario desde una perspectiva académica tanto por mi trabajo como docente en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (Fcafd) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria durante casi 25 años, como por haber sido decano de la misma entre 1995 y 2004.

Desde que salió a la luz pública el despropósito del Gobierno de Canarias, una profunda inquietud, decepción y hasta cabreo se ha generado entre la inmensa mayoría de los licenciados y/o graduados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y en el propio Colegio Oficial de Licenciados de Educación Física de Canarias (Colefc), que se ven impotentes al observar que se echan por el retrete de la ignorancia y el desconocimiento los conceptos y fundamentos más elementales que han forjado su formación como profesionales de la Educación Física en su paso por la Facultad. Algunos se preguntan si después de esto tiene sentido la rigurosa formación académica de todos los planes de estudio de la antes licenciatura y ahora grado.

Se van a cumplir 30 años de la creación del entonces Instituto de Educación Física de Canarias (IEFC) y poco después Facultad de Ciencias de la Actividad Físi-ca y del Deporte (Fcafd). La primera promoción acaba de conmemorar recientemente 25 años como licenciados en Educación Física.

En los primeros años de andadura del IEFC-Fcafd fue un gran reto para los gestores del centro y para los profesores, por aquello de la "libertad de cátedra", determinar el constructo de contenidos. En los primeros temas de las asignaturas que se integraban en el gran bloque de "Fundamentos de los Deportes" era obligado referirse al concepto de juego y de deporte, a sus características y a las diferentes clasificaciones.

Cualquier estudiante de la Facultad sabía y conocía que éstos eran conocimientos identitarios de la profesión, como para los médicos es básico conocer el nombre de cada uno de los huesos del cuerpo humano.

Aprendimos antes y transmitimos después que los conceptos de "juego" y de "deporte" habían sido amplia y diversamente definidos. Desde M. Piernavieja (1966) Depuerto, deporte, protohistoria de una palabra o el de J. M. Cagigal (1959), Aporías iniciales para un concepto de deporte, hasta la actualidad, han sido muchas las definiciones sobre lo que es y lo que no es deporte.

La permanente atención y estudio del deporte motivó numerosísimas clasificaciones. No en vano M. Bouet (1968) dedicaba nada menos que 171 páginas al censo de las clasificaciones que consideraba más importantes.

J. M. Cagigal (1972), en su definición, atribuye las siguientes características: existencia de ejercicios físicos, competición/lucha, actividad libre y espontánea y establecimiento de reglas. M. Bernard (1968) atribuye al juego y al deporte una trayectoria fenomenológica y pone el acento sobre la competición, "la búsqueda competitiva (actual o potencialmente) de la marca en el campo del movimiento físico enfrentado intencionalmente con dificultades".

Para M. Delaunay (1976), el deporte es "un conjunto de conductas motrices en las que las normas de enfrentamiento de la competición han sido codificadas e institucionalizadas". Para él existe una cultura deportiva que bajo el criterio de institucionalización clasifica, o no, como deporte los juegos motrices y competitivos. La expresión juegos deportivos que P. Parlebas propone (1981) aúna globalmente en un conjunto tanto las prácticas denominadas juegos como las designadas como deportes y que define como toda situación motriz de enfrentamiento codificado, llamado "juego" o "deporte" por las instancias sociales.

De esta forma el deporte es "el conjunto finito y enumerable de las situaciones motrices, codificadas bajo la forma de competición, e institucionalizada (P. Parlebas, 1988), por lo queda patente la necesidad de una situación motriz.

En todas las facultades, en todos los currículos y en todos los programas de las asignaturas básicas y/o de Fundamentos de los Deportes se estableció como principio elemental que entre los rasgos definitorios de una actividad o práctica para que sea considerada deporte es que exista situación motriz entre los participantes, que puede ser interactiva y positiva entre compañeros y/o de contracomunicación motriz entre adversarios, dando lugar así al gran bloque de los deportes llamados sociomotores. El otro gran bloque lo forman los deportes psicomotores, en cuyo caso la interacción motriz es con el medio físico y no con compañeros y/o adversarios.

Es verdad que cuando iniciamos estos procesos formativos en las facultades de España ya encontramos la realidad de que alguna modalidad (ajedrez) era considerada un deporte y contaba con su federación deportiva aunque conceptualmente no lo era en las aulas de los centros académicos. No hemos debido de estar equivocados cuando hoy, 30 años después, el COI no ha aprobado que sea deporte olímpico.

Por ello, la práctica totalidad de los egresados de nuestra querida Facultad asiste con perplejidad a esta catetada, y con la decisión se desmonta una gran parte de la orientación profesional de los titulados, que prioritariamente no es otra que la de fomentar valores y actitudes positivos a través de los hábitos saludables de la práctica deportiva.

Por lo expuesto, se me hace imposible (o mejor se me hacía) que alguien que haya recibido la formación académica mencionada en facultades de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte pudiera sostener "técnicamente" que los videojuegos son una modalidad deportiva. Pero de la misma forma que hemos sabido de médicos que están en contra de cualquier tipo de vacunación a la población infantil, en nuestra profesión surge en este debate José Miguel Álamo (Josemi), egresado de la Facultad, para hacer como los apóstoles Pedro y Judas con Jesús, el primero negarlo y el segundo traicionarlo.

En su artículo de opinión sobre este debate abierto y su posicionamiento sobre los videojuegos, Josemi, por un lado, echa por la borda lo que se supone aprendió en la Facultad, y por otro traiciona gran parte del sentido del ejercicio profesional, que no lo hace merecedor de la titulación que ostenta.

No puedo decir ahora con orgullo que fui profesor de Josemi en la Facultad y para más inri, director de su tesis doctoral, junto con A. Petrus. Y tampoco que fue vicedecano en mi equipo directivo cuando fui decano de la Facultad (1995-2004).

Con su artículo hace un flaco favor a sus hasta ahora oponentes políticos de Coalición Canaria y no alcanzo a entender cómo no ha dado lustre a su encendida defensa de los videojuegos como deporte en los pasillos de la sede del PP, su partido, o en las comisiones de trabajo o en los congresos del mismo. No sé si su posicionamiento por la parte académica afectada es más propio de una deriva personal de la que se infiere una huida hacia adelante para ir en contra hasta de sí mismo o fruto de un compromiso intelectual del que no tengo conocimiento y del que pretende forjar una nueva epistemología de los Juegos Deportivos.

José Miguel Álamo se ha ganado en su artículo de opinión sobre los videojuegos el calificativo de renegado de la profesión y, como antiguo profesor suyo, como decano y también como director de su tesis doctoral no siento más que vergüenza ajena. No me cabe en la cabeza su opinión en la parte académica más que desde el ansia de llegar a un carguito relevante aún a costa de, como ocurre en este caso, dejar en la cuneta a su partido, yendo incluso en su contra y si no que pregunten en el Consejo Superior de Deportes (CSD).

Y más vergüenza siento conociendo que después de haberse titulado en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la ULPGC, de la inversión que hicimos muchos para que se formara como doctor, la confianza que depositamos en él nombrándolo vicedecano y de obtener su plaza de profesor titular por dicho Departamento para posteriormente intentar "desertar" del departamento de Educación Física para irse al de Educación a impartir Didáctica, Pedagogía, etc. Lo de los videojuegos ahora es el colofón de la huida que ya inició hace algún tiempo.

Desconozco en qué carrera meritocrática se ha instalado cuando tuvo la gran oportunidad de su vida de brillar con luz propia en su etapa de consejero de Deportes del Cabildo de Gran Canaria. Entonces perdió el tren de la oportunidad (y a la vez, oportunismo) para haber dejado como herencia su modelo de los Juegos Escolares Insulares, que bien se podía inferir de los resultados y conclusiones de su tesis doctoral. No fue así, y más bien hizo todo lo contrario: perpetuar el modelo de siempre. Por ello y otras lindezas, hoy casi o nadie se puede acordar de su etapa como consejero de Deportes del Cabildo grancanario por su inacción sobre el tema; porque para hacer méritos fue mucho más cómodo practicar el "sí bwana".

Ya que ha tomado esa deriva, aprovecho para que en el apoyo a la propuesta a favor de los videojuegos como deporte incluya también el boliche, la piola, la zanga y muy especialmente, el envite, juego canario por el que supuestamente ha mostrado una gran afición en los últimos años, y ya conoce que teniendo el caballo de bastos consigo puede tener alguna de las tres jugadas ganada.

Es posible que con este debate abierto haya dos posicionamientos que en realidad no son contrapuestos pero desde el punto de vista académico y el técnico de los profesores y el propio colegio profesional rechazamos que los videojuegos sean considerados como modalidad deportiva dentro de la Ley Canaria del Deporte y respetamos que se regulen, por ejemplo como se ha hecho en Francia y que anteriormente hemos comentado.

Todos mis elogios a los artículos publicados por Guillermo Gil, Agustín Morales y José Hernández Moreno, quienes de una u otra forma alertan de los enormes riesgos y perjuicios que para el sector del deporte podría tener la decisión si se rematase.

En los estudios longitudinales de hábitos y práctica deportiva de M. García Ferrando, las cifras de práctica deportiva en los diferentes segmentos de edad siguen siendo bajas en España. A partir de ahora, incluyendo los videojuegos en la encuesta, los niveles reales de sedentarismo pueden ser alarmantes en Canarias.

Hace unas semanas, la iniciativa de incluir los videojuegos en la Ley Canaria del Deporte saltaba en noticieros de cadenas de televisión nacional y, en mi opinión, no por ingeniosa-novedosa, sino por grotesca, más propia de una taifa bananera.

El presidente friki parece que está muy satisfecho de tal originalidad, que no ha tenido ninguna otra Comunidad Autónoma, ni el Consejo Superior de Deportes, competente de verdad en esto de discernir si los videojuegos son o no deporte, como bien nos recordaba Agustín Morales. Así que puede salir adelante a pesar de que los que gobiernan son tercera fuerza política, gracias a una realidad ya histórica muy injusta: el sistema electoral canario, del que todo el mundo raja, pero que nadie ha cambiado, y del que se beneficia un partido que ha trastocado el gobierno y la gobernanza en un régimen. Por ello nunca han tenido ni tienen la voluntad política de arreglar muchos desaguisados pendientes, sea en el sector turístico o en el deporte.

Presumían desde fuentes gubernamentales de los recursos con que van a cebar a los videojuegos y no han sido capaces de hacer una regulación de verdad a favor de los juegos y deportes tradicionales, casi siempre instrumentalizados por las instituciones de distinto nivel. La lucha canaria abandonada a su suerte, en la práctica diaria, es el más triste ejemplo. Se acuerdan de ella el Día de Canarias y van a alguna luchada en periodo preelectoral y poco más.

El Colefc lamentablemente llega tarde, pues antes otros se le han adelantado en el peaje al Club de la O y lo que le rodea, y la iniciativa no la van a parar los frikis porque desde el primer minuto ha habido ausencia de sentido común y sí, por el contrario, intereses grises-oscuros y torticeros.

Responsables de la cosa del deporte en el Gobierno de Canarias, ¡sean valientes! y consigan ser primicia nacional porque promueven una legislación que aumente el volumen de práctica deportiva en los centros escolares en la educación reglada y en las actividades extraescolares, porque consiguen bajar las tasas de sobrepeso y obesidad en la población gracias a un ambicioso plan de choque de mejora de los índices de práctica deportiva de la población adulta y especialmente en los ancianos. Sean pioneros en la salud deportiva preventiva, apoyando la presencia de especialistas y profesionales de la Educación Física y el Deporte en los centros de salud como recursos humanos necesarios para modificar la inercia de los datos que se tienen en la actualidad y su impacto en la sociedad y en el gasto sanitario de las enfermedades crónicas.

Acuerdos plenarios loables como el del Ayuntamiento de Agüimes, que pueden ser replicados por otros municipios, no van a conmover al grupo político autor del despropósito. Toda la movilización que se haga en contra de lo que pretenden hacer no va a ser suficiente. Quiero suponer que todavía hay en el PP, PSOE, Ciudadanos, Nueva Canaria y Agrupación Socialista Gomera gente seria que va a impedir la tropelía.