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Canarias y la década 2007-2017

El 8 de agosto del año 2007 figura en la Historia Económica Mundial como la fecha en que se declaró la existencia de "las hipotecas basuras" en el sistema bancario americano; en algunas fechas posteriores se produjo la Gran Recesión Económica mundial al cerrarse desde 2008 los distintos mercados financieros con quiebras muy sonadas como la de Lehman Brothers. Se cumplen, por lo tanto, diez años de esta última crisis, cuyos efectos están todavía vigentes: en el menor ritmo del crecimiento económico (según el Banco Mundial el PIB apenas se ha incrementado en el 2,5% en los últimos tres años), en la baja inflación, en la contracción del comercio mundial por debajo del 2% , el aumento de las desigualdades sociales, en el calentamiento global, la proliferación de atentados por populistas o terroristas, en los problemas políticos y bélicos en diversas áreas del planeta, etc. Todo este escenario ha influido en nuestra situación económica y social, y el reflejo positivo de todo ello han sido las cifras de turistas extranjeros, que han encontrado en nuestras islas las mejores condiciones para disfrutar con garantía de sus tradicionales vacaciones. Este año, según las cifras del primer semestre, con un crecimiento del 8,5%, batiremos el récord histórico del pasado año (14,5 millones de visitantes europeos). Esto está sirviendo a los políticos y partidos de todos los colores de celebrarlo como un gran éxito de nuestra organización y gestión de la cosa pública regional e insular y de los éxitos conseguidos en las negociaciones eternas de nuestro Régimen Económico y Fiscal (REF) y de los fondos comunitarios, que Bruselas nos remite periódicamente.

¿Cuál es la realidad de nuestra situación económica y social? Es indudable que la realidad es compleja y de diversas interpretaciones, pero hay algunas estadísticas que de forma insistente están señalando los retrasos en nuestra economía del bienestar y del empleo. Que nuestro PIB crezca por encima del 3% y ocupando puestos de cabecera entre las regiones españolas y comunitarias no debe de hacernos olvidar las condiciones de pobreza y paro juvenil, la falta de formación de la juventud para adaptarse a la cuarta revolución industrial que estamos viviendo, al futuro desarrollo de nuestra economía, cuando el mercado turístico mundial vuelva a normalizarse.

Me limitaré ahora a recoger los datos demográficos de los años 2007 y 2017 (II trimestre, que son los últimos publicados) y que están incluidos en la publicación del Gobierno Canario (el Istac). La población mayor de 15 años fue en 2007 de un total de 1.658.000, de los cuales estaban clasificados como activos 1.004.000 y como ocupados, 857.300, mientras que los parados ascendían a 98.440. En el segundo trimestre de este año el total de mayores de 15 años asciende a 1.816.000, (150.000 más) de los cuales 1.015.000 eran considerados activos, (11.000 más que en 2017) y ocupados, con un puesto de trabajo, 828.600. El grupo de los parados llega ya a las 266.000 personas. Recordemos que la tasa de paro fue el pasado año del 25,68%, frente a la nacional de 18,75%. Es por lo tanto casi una década perdida. Todavía, a pesar del éxito turístico, de la bajada de los precios de los productos petrolíferos o los bajos tipos de interés por la política del Banco Central Europeo, no llegamos al volumen de ocupados del año 2007. Si recordamos el aumento demográfico y la entrada de residentes extranjeros en nuestras Islas, la población excluida del mundo laboral se aumentaría de forma ostensible. La solución, la obligatoria emigración de residentes insulares hacia Europa en busca de oportunidades.

Las desigualdades, el paro juvenil y el aumento de la pobreza marcan récords en nuestra comunidad, según las cifras oficiales, que no considero necesario recoger. Si repasamos en la prensa las gestiones y actuaciones de nuestros líderes políticos, nos asombraríamos del silencio o desprecio de esta realidad social. En cambio, se alegran de los éxitos de las negociaciones para conseguir de Bruselas y de Madrid mejoras en el marco fiscal, la recuperación del costo de la insularidad que nuestra Constitución nos otorga, una mayor y mejor y flexible normativa para atraer emprendedores e inversionistas del exterior. El proceso degenerativo que observo es la aparición de siete reinos de taifas para regular en cada isla con sus expertos y oligarcas y sus imaginaciones muchos aspectos de su vida económica.

A todo esto tengo que añadir "el silencio de los intelectuales", que no aparecen ni se les espera para opinar sobre el presente y sobre si el futuro de nuestra región es mejorable en los próximos años. Me limito a recordar el caos de Bruselas ante el brexit; las posiciones de, entre otros, Polonia y Hungría contra disposiciones oficiales que incumplen sistemáticamente; la política de Trump sobre la OTAN y las responsabilidades y mayor costo para los estados miembros ante la previsible reducción de la defensa europea; el papel y protagonismo que vuelve a recuperar nuestra región por su situación geoestratégica se refleja en las escasas informaciones que se dan sobre el uso de nuestras bases aéreas, marítimas y terrestre por las fuerzas de la OTAN; la crisis de los terroristas y la entrada de emigrantes, especialmente africanos, está fomentando la aparición de los partidos anti-sistema en todos los países miembros de la UE. O partidos populistas, que encuentran en el estancamiento económico y el aumento de las desigualdades argumentos para incrementar su papel en las actuales sociedades. Considero que debo entrar en las conclusiones de este trabajo o análisis realizado.

¿A dónde va Canarias? En mi opinión es el momento oportuno, por las circunstancias expuestas, de que sepamos plantearnos el futuro papel de nuestra región en el escenario mundial cambiante que se observa en la actualidad, con Corea del Norte, con China, con los conflictos en el mundo islámico, con la crítica situación social del África Subsahariana, las tensiones en Sudamérica, con Venezuela, defensora de las nuevas dictaduras de izquierda y el sistema financiero bajo nuevas normas de control y vigilancia, para evitar una nueva crisis financiera y finalmente, cuál será el final del brexit.

Las negociaciones sobre el REF, habidas recientemente, no han planteado que Canarias cambie su estatus de región ultraperiférica a país ultraperiférico, como establecen las recientes disposiciones del Tratado, lo que supone una mayor autonomía en la gestión de nuestra economía y en el régimen fiscal que convendría introducir para aprovechar los 800.000 millones de dólares que se mueven en estos mercados. La realidad admitida en la actualidad en el mundo de los negocios es que los países o territorios con baja fiscalidad y regulación administrativa flexible no van a desaparecer a pesar de los intentos y esfuerzos de algunos países europeos. El Reino Unido, Holanda, Dinamarca o Malta son ejemplos de estas técnicas legales para atraer la domiciliación de grandes multinacionales, de grandes fondos de inversión y de los grandes capitalistas que subsisten en muchos lugares.

A estos hay que añadir estados como Nevada y Delaware, dependientes de los EEUU. Y muchos otros que no vale repetir por ser de normal conocimiento.

El resumen final es simple: Canarias está clasificada como región ultraperiférica y además es y ha sido la única región comunitaria a la que en el Protocolo número 2 del Tratado de Adhesión en 1985 de España a la Comunidad Económica Europea se le aceptó y respetó por todos los expertos comunitarios que participaron en la negociación y por los miembros de la Comisión y el Consejo nuestro "acervo histórico", que perfeccionó en 1900 el ministro Fernández- Villaverde y que se actualizó en 1972. Se incorporó este Protocolo como Derecho primario a los textos comunitarios. Este es el trabajo y la misión que los responsables políticos, intelectuales y empresarios isleños deben emprender para ver si es posible la recuperación de nuestros históricos "puertos francos" y privilegios fiscales que los Reyes Católicos pusieron en el Fuero de Gran Canaria en diciembre de 1494

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