La Provincia - Diario de Las Palmas

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OBSERVATORIO

De los mercados irracionales y otros demonios

En nuestro día a día, mostramos indicios de decisiones irracionales en el mercado guiadas por motivaciones más fuertes que la razón. Esto se manifiesta allí donde haya compradores: desde el mercado de barrio de frutas y verduras hasta el bursátil. En mi tesis de carrera analicé si los anuncios sobre rescates gubernamentales de los bancos durante la crisis del 2007 en EE UU ofrecían la seguridad suficiente a los inversores para seguir comprando acciones de dichos bancos. En otras palabras, se investigó como los anuncios de rescates por parte del gobierno afectaban a los precios de las acciones y si estos anuncios tuvieron un mayor impacto en las decisiones de los inversores en tiempos de crisis que en tiempo de bonanza económica. Imagínese usted que ha habido una plaga de bacterias en la fruta que ha afectado a todo el archipiélago y, que a consecuencia de esto, se produjeron graves intoxicaciones alimentarias. La Consejería de Sanidad toma medidas. La calidad de la fruta es inspeccionada de forma meticulosa y se implantan severos controles sanitarios en las fruterías. Digamos que, ahora sí, estaríamos tranquilos en cuanto a la calidad de esa fruta y no dudaríamos en comprarla. Curiosamente, los resultados mostraron que los anuncios de rescates de los bancos no motivaban a los inversores a comprar más acciones de los mismos. Además, otro dato más llamativo aún, es que no se pudo demostrar ninguna diferencia entre los comportamientos de los inversores antes y después de la crisis, es decir, antes y después de la plaga bacteriana para seguir con nuestro ejemplo de la frutería. Se podría decir que los efectos positivos de un rescate durante una crisis pasan desapercibidos para los inversores. El hecho de que una empresa se beneficie de un rescate con dinero público parece ser una razón más para desconfiar que una razón para apostar por invertir nuevamente. Las razones para este comportamiento contrario a lo que los asesores económicos y políticos esperan pueden ser varias. En primer lugar, existe el concepto de "riesgo moral" en la economía que indica que un individuo se comportará de distinta manera si conoce que las consecuencias de sus propias acciones no serán tan graves, si no que otras serán las personas que acarrean las consecuencias. El caso más común es el de las aseguradoras. Una persona que tiene un seguro no se ve tan incentivada a tomar todas las precauciones necesarias para evitar que ocurra "la desgracia", como alguien sin seguro. Para volver a nuestro caso de los inversores y extrapolarlo a nuestro ejemplo de la frutería, diríamos que el inversor es consciente de la actitud de "riesgo moral" que pueden haber adoptado los bancos y que ha causa de ello han caído en situaciones en las que tienen que ser rescatados. Es decir, las fruterías del archipiélago eran conscientes de que la Consejería de Sanidad, en algún momento, salvaría sus negocios y erradicaría la plaga bacteriana, no tomando así, medidas preventivas a tiempo. Otra razón por la cual los inversores no quieren comprar acciones de empresas saneadas tras un rescate, y con la correspondiente valoración positiva de las agencias de calificación, puede ser el hecho de que sea el pueblo el que lleve el peso de ese rescate a través de sus contribuciones a la Hacienda Pública o el miedo a recompensar un comportamiento erróneo por parte de los bancos que han entrado en quiebra. O lo que es lo mismo, por culpa de que los agricultores no hayan tomado las medidas de control correspondientes, tiene usted, Nicolás el electricista y yo que contribuir con nuestros impuestos para que Sanidad pueda implementar medidas para salvar la situación de las fruterías y su sector. Estas posibles razones para un comportamiento "no racional" parecen no provenir de la neocorteza donde surge nuestro raciocinio sino surgen de nuestros sentimientos, intuiciones, presentimientos y hábitos. En la investigación publicada por Jennifer S. Lerner y otros investigadores de la Universidad de Harvard Emociones y decisiones en el Anual de Psicología del 2015 (Annual Review of Psychology) proponen un nuevo modelo en la toma de decisiones que amplia los modelos actuales basado en el raciocinio con el añadido de las emociones. Además, el galardonado con el Premio Nobel de Economía en el 2013, Robert J. Shiller, y actual profesor de la Universidad de Yale, ya predijo en su libro Exuberancia Irracional, publicado en el año 2000, la sobrevaloración de los activos en EE UU, y más tarde, afirmó que el mercado inmobiliario estaba igualmente sobrevalorado. ¡Y los precios cayeron y las burbujas especulativas estallaron! Y sí, como bien dice el título, su teoría se basa en el comportamiento irracional de los mercados. Shiller le dedica toda una sección a lo que el llama el comportamiento del rebaño. Afirma que los humanos pocas veces pensamos independientemente y que tendemos a hacer las cosas simplemente porque otros las hacen. Estamos bajo tal influencia de los demás que dejamos de lado nuestras opiniones cuando oímos que la mayoría tiene una opinión diferente. Por ejemplo, si alguien le pregunta que elija una frutería entre dos totalmente desconocidas para usted, probablemente elegirá una al azar. Si le preguntamos a otra persona que haga lo mismo y le ve a usted entrar en la frutería que ha elegido, le seguirá. Por lo contrario, otro economista, Eugene Fama de la Universidad de Chicago, el cual fue galardonado también en el mismo año, 2013, con el Premio Nobel de Economía, concluyó en sus investigaciones que el mercado era eficiente: ¡un mercado perfecto, vaya! La base de su teoría es la existencia de plena información y que esa información es igual para todos. Es decir, los precios de los bonos, de las acciones u otro activos ya reflejan todas las noticias respecto a éstas. Lo que vendría a decir es que la competencia conduce a un reflejo claro del valor de la empresa, lo que es a la vez una buena estimación de la cotización intrínseca. Bueno, que el frutero solo puede venderle unas manzanas a un precio determinado porque usted puede comprarlas a ese precio, vamos. Si usted supiera que las manzanas vienen con un regalo de bacterias que causan visitas urgentes al inodoro, no las compraría, y así el frutero, no vendería nada. Pues esto es la perfección de los mercados: todas la noticias se reflejan en los precios. Además, compradores y vendedores actúan de forma racional. Es curioso que en un mismo año dos economistas (entre los tres ganadores del año 2013) con dos visiones tan dispares del funcionamiento de los mercados ganasen el premio Nobel de Economía. Sin embargo, ¡yo creo que se compenetran! Obviamente habría que definir parámetros como corto, medio y largo plazo para ver cuando una de las teorías de eficacia de los mercados y cuando la de ineficiencia aplicaría, pero yo creo que ambos tienen razón definiendo el entorno de aplicación de sus teorías. Los mercados son como las personas, a veces racionales, a veces irracionales, con tendencias a repetir los mismos patrones aprendidos -tendencias cíclicas-, ¡ah sí!... y tropezando más de una vez con la misma piedra. Un claro reflejo de la humanidad.

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